Cómo
se conjuró la huelga en Volkswagen
de Puebla
Ricardo
Torres
El
pasado 12 de septiembre del año en curso, los obreros del Sindicato
Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz Volkswagen (SITIAVW)
finalmente aceptaron el aumento salarial del 11 por ciento ofrecido por la
empresa (9 por ciento directo al salario y 2 por ciento en prestaciones). De
acuerdo a los resultados de esta tercera consulta a la base trabajadora realizada
en las instalaciones de la planta automotriz de Cuautlancingo, Puebla, 4 mil
118 votaron en favor de la propuesta de la empresa y 2 mil 425 votaron en
contra. De esta manera se evitó el estallamiento de la huelga programada para
el 14 de septiembre a las 11:00 horas. No obstante, hay que decir que el
gobierno morenista no respetó los resultados de la primera y segunda consulta e
intervino directamente hasta que doblegó la voluntad de los trabajadores.
Veamos
La petición original presentada desde
junio por el SITIAVW para su revisión salarial y contractual en 2022 fue de 15
por ciento a salario y 4 por ciento a prestaciones. Recordemos que en la
primera consulta a los trabajadores, el 5 de agosto, la mayoría se pronunció en
contra de la propuesta: 2 mil 586 en contra y 2 mil 248 a favor, registrándose
una diferencia de 338 votos. Sin embargo,
el
Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) ordenó que se
repitiera la consulta debido a que los 2 mil 586 en contra no representaba la
mayoría mínima de la base sindicalizada total que es de 6 mil 867 trabajadores.
Por tanto, para reconocer un resultado mayoritario se requería sumar por lo
menos 3 mil 434 votos. Cabe señalar que la reforma a Ley Federal del Trabajo establece que cualquier
negociación salarial y contractual deberá consultarse con la base
sindicalizada, mediante voto directo y secreto, y su resultado debe ser
respetado.
El sindicato aceptó la prevención del CFCRL, hizo un
llamado a los trabajadores para acudir a la nueva consulta y vino la segunda
votación. El 31 de agosto, con una asistencia del 97 por ciento de los 6 mil
867 trabajadores, la mayoría de estos volvieron a rechazar la propuesta de la
empresa cumpliendo incluso con el requisito de votos mínimos establecido por el
CFCRL: fueron 3 mil 450 votos en contra y 3 mil 225 a favor, registrándose una
diferencia de 25 votos. A la empresa y al Gobierno federal no les alcanzó la
maniobra para impedir la huelga programada para el 9 de septiembre. Si a partir
de ese momento la empresa no superaba su ofrecimiento inevitablemente
estallaría la huelga.
La empresa entonces calificó la decisión de los trabajadores como
decepcionante y acusó que hay “intereses ajenos” en la misma. “Estamos
profundamente decepcionados de conocer el resultado, que desatiende el contexto
y los desafíos que enfrentamos como industria y que derivó en un voto que
desafortunadamente lastima
a todas las partes. Dicho resultado está dañando una relación construida
por más de 50 años”. Los patrones expresaron
que su propuesta debe ser aceptada por los trabajadores en virtud de los retos
actuales que enfrenta la industria automotriz mundial, como son la pandemia por
coronavirus, las distorsiones en las cadenas de suministro y logística, el
elevado costo de las materias primas y la falta de semiconductores, han elevado sus costos de producción y operación
mientras que la venta de vehículos ha disminuido.
La empresa
alemana amagó entonces con acudir al Tribunal Federal de Asuntos Colectivos para
solicitar que, de estallar la huelga, fuera calificada como inexistente o inválida
por falta de argumentos, ya que según los patrones en todo momento han cumplido
con los acuerdos contractuales y salariales. Sin embargo, lo que no dice la
empresa es que es evidente que un incremento directo al salario del 9 por
ciento cuando la inflación alcanzó ya el 8.62 por ciento y sigue al alza,
significa que los trabajadores en la Volkswagen deben resignarse a no recibir
aumento a su salario real mientras que el margen de sus ganancias no puede
verse disminuido por ningún motivo. La vieja lucha entre salario y capital.
Se prendieron los focos rojos y el Gobierno federal a
través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) se aplicó a fondo
para impedir el estallamiento de la huelga.
Siguiendo las órdenes del Gobierno federal y preocupado no
por el poder adquisitivo de los trabajadores de Volkswagen sino por los
intereses económicos de la empresa y la estabilidad laboral en la entidad, el
gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, ofreció ayudar en el
conflicto como mediador para convencer a los trabajadores de aceptar la
propuesta de aumento de la empresa y evitar a toda costa el estallido de la
huelga. “Voy a meterme como gobernador del estado, hemos estado observando,
pero vamos a hacerlo de manera personal, vamos a ver si podemos
contribuir. No podemos quedarnos
al margen de esta situación”.
Barbosa, como nuevo emisario del capital,
comentó a los medios que los sindicalizados de Volkswagen de México deberían
valorar y reconsiderar el aumento salarial que les ofreció la automotriz
alemana, se debe evitar la huelga, se requiere un acuerdo entre la parte
patronal y el sindicato de Volkswagen porque es clave para la
economía de Puebla ante los empleos directos que contrata y las cadenas
productivas que genera.
Volkswagen representa alrededor de 40 por ciento del Producto
Interno Bruto de Puebla: 25 por ciento de manera directa y 15 por ciento a
través de su cadena de proveeduría. Como vemos, la empresa emplea a casi 7 mil
trabajadores sindicalizados y se estima que indirectamente genera 35 mil
fuentes de trabajo en la industria de autopartes.
Finalmente se prorrogó una vez más la huelga, del 9 al 14
de septiembre, continuaron las negociaciones y la STPS propuso al sindicato que
aceptara el 11 por ciento de incremento que ofrecía la empresa pero ahora con
un beneficio adicional: que dicho incremento fuera no a partir de agosto, sino retroactivo
al 20 de julio. Un mes más de incremento en favor de los trabajadores fue la
última oferta. Empresa y sindicato estuvieron de acuerdo y dicha propuesta se
llevó a consulta de los trabajadores el 12 de septiembre, el sindicato
convenció a una parte de sus agremiados para inclinar la balanza en favor de la
propuesta y más de 4 mil trabajadores aceptaron el incremento.
Como vemos, el gobierno morenista volvió a mostrar el
cobre. No se respetó la ley ni la voluntad de los trabajadores. A pesar de
cumplir cabalmente con la reforma laboral ratificando en la segunda consulta su
rechazo a la propuesta de incremento salarial de la empresa, el Gobierno
federal, a través de la STPS y el CFCRL, así como con la intervención directa
del gobierno poblano, echaron abajo la voluntad de los trabajadores expresada
en los resultados de la primera y segunda consulta. La presión de la empresa y
el Gobierno sobre la dirección sindical debió ser imponente: los doblaron. Y
dicen que no son iguales al PRIAN. Cierto, son peores.
La lucha antagónica
entre los intereses de la empresa que quiere mantener sus ganancias y los
intereses de los trabajadores que buscan mejorar su situación económica debido
a la galopante inflación que pulveriza la capacidad adquisitiva de los
salarios, es la lucha de clases que está presente en VW de Puebla. Los
trabajadores de Volkswagen y de todo el país, debemos aprender a reconocer qué
fuerzas están en favor de los asalariados y qué otras en favor del capital,
para así prepararnos mejor al momento de enfrentar futuras batallas.