Ulises Bracho
Entramos a un año más de vida y de trabajo, mientras tanto, vemos desfilar ante nuestros ojos algunas reformas que, ante la marcha de nuestro día a día, es difícil percibirlas a simple vista, muchas veces se debe a que se aplican favoreciendo “los tiempos” e intereses del gobierno y de los patrones y no con base a las necesidades de los trabajadores asalariados. Si lo vemos a lo largo del sexenio morenista, detectaremos algunos cambios en nuestras relaciones laborales. Se nos viene a la mente, por ejemplo, la legitimación de los Contratos Colectivos de Trabajo (aplicación de la reforma laboral de 2019), el aumento salarial que ha oscilado entre el 15 y 20 por ciento de incremento anual, las vacaciones remuneradas pasaron de 6 a 12 días en el primer año de trabajo y se actualizó la tabla de enfermedades laborales donde se sumaron los trastornos mentales, entre otros.
Están pendientes la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas, el pago del aguinaldo equivalente a un mínimo de 30 días, el aumento de 5 a 20 días de descanso por permiso de paternidad con goce de sueldo, y de hasta 30 días en caso de complicaciones para la madre o el recién nacido. Y la ley “Silla” que consiste en apoyar a los trabajadores que, por la naturaleza de su trabajo, deben permanecer de pie la mayor parte de su jornada laboral sin la oportunidad de sentarse.
En esta suma y resta, vemos un cambio en cuanto al aumento: “se han realizado el 40% de reformas laborales de los últimos 28 años” (El Economista, 10 de enero 2024). Sin embargo, varios especialistas en el tema han coincidido que, a pesar de los cambios en la Ley Federal del Trabajo, no se han visto frutos que en verdad mitiguen la pobreza laboral y la falta de empleo en México. Por el contrario, al cierre del tercer trimestre de 2023 en todas las modalidades de empleo informal “aumentaron a 680 mil respecto al mismo lapso de 2022, ubicando a un total de 32.6 millones de habitantes, lo que representó el 55.1 por ciento de la población ocupada en México” (La Jornada, 10 de enero 2024).
En ese sentido, las estadísticas nos dan un aproximado de que solo 22 millones de personas se benefician de las reformas. Es positivo y crea buenas condiciones para ese reducido número de trabajadores asalariados, pero aun así la ley es “letra muerta” si no se implementa, y sólo los trabajadores organizados en un sindicato tienen posibilidades de hacerla realidad si luchan de manera unida y combativa para defenderla.
Sin embargo, “el 10% de los trabajadores de la iniciativa privada y aquellos que pertenecen al Apartado A del Artículo 123 de la Constitución Mexicana están sindicalizados, lo que representa aproximadamente 5 millones de personas en todo el país” (Infobae, septiembre 2023).
De modo que la implementación de las reformas laborales no llega a repercutir en los 58.3 millones de trabajadores activos en México. En este sentido, no es sorprendente que, ante un triunfo, prolongación o cancelación de una reforma que bien les convenga a los trabajadores, escuchemos que hayan inundado o marchado sobre la Avenida Reforma de la Ciudad de México para expresar su postura sobre tal o cual reforma laboral.
Como vemos, son pocos los trabajadores que se benefician de las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo. Esto da cuenta de la insuficiente organización obrera que existe en nuestro país y que, como resultado, las reformas que vienen desde arriba y no como demanda de la unidad de los trabajadores, son negociadas políticamente en beneficio económico de los patrones. En cambio, el contraste del incremento de la riqueza de unos cuantos multimillonarios, con la creciente pobreza de millones de personas, la informalidad laboral y el desempleo, por mencionar solo algunos males, profundizan la desigualdad social y la desarticulación de los trabajadores como clase social.
Por tanto, las condiciones políticas y sociales del año 2024 exigen a los trabajadores que se concienticen, se unan, se organicen y luchen sumando al movimiento obrero más sindicatos auténticos y autónomos. Las cuentas pendientes de la clase obrera son con ella misma.