Ricardo Torres
Concluyeron los Juegos Olímpicos 2024, en París, Francia, un importante encuentro deportivo de alcance mundial. En positivo, fuimos testigos de momentos realmente extraordinarios: desde el arrollador triunfo del cubano Mijaín López quien por quinta ocasión obtuvo la medalla de oro en lucha grecorromana, el único deportista en ganar medalla de oro en cinco Juegos Olímpicos consecutivos (Pekín 2028, Londres 2012, Río de Janeiro 2016, Tokio 2020 y ahora en París 2024); o el triunfo del sueco Armand Duplantis quien obtuvo medalla de oro en salto con garrocha al superar los 6.25 m, rompiendo su propio record mundial, siendo impulsado y ovacionado por sus propios contrincantes; hasta la emblemática estampa deportiva en que la brasileña Rebeca Andrade sube al podio por haber ganado la medalla de oro en gimnasia artística, mientras que las estadounidenses Simone Biles (la favorita) y Jordan Chiles, quienes obtuvieron plata y bronce, respectivamente, se postraron casi de rodillas en el podio para recibir a la brasileña, en un singular gesto de reverencia y respeto deportivo que, sin lugar a dudas, confirma el verdadero espíritu de fraternidad y humanismo que debería reinar en los Juegos Olímpicos.
En este sentido, el deporte debería desempeñar un importante papel en la promoción del desarrollo e integración social, poniendo en juego su enorme poder unificador para beneficio de la humanidad y de la paz. No obstante, estos Juegos Olímpicos se desarrollaron en el marco de la creciente lucha por establecer el nuevo orden mundial: Estados Unidos y sus satélites de Occidente pretendiendo conservar la imposición de un mundo unipolar, mientras, por otro lado, encabezados por China y Rusia, existen muchos otros países que se esfuerzan por confeccionar un mundo multipolar, de modo que estos Juegos Olímpicos no lograron sustraerse de esta superior contienda. Veamos solo un botón de muestra, ¿por qué el Comité Olímpico Internacional (COI) excluyó a los deportistas rusos de las competiciones pero sí incluyó la participación de los deportistas israelíes?
Después de iniciada la operación militar especial rusa en Ucrania, en febrero de 2022, como parte de las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus satélites de Occidente para doblegar al Gobierno ruso, el COI excluyó a Rusia de los Juegos Olímpicos. En marzo de 2024, para lavarse un poco la cara, planteó la posibilidad de permitir la participación de deportistas rusos pero solamente como atletas neutrales individuales y no en equipos. «No se exhibirá ninguna bandera, himno, colores o cualquier otra identificación de Rusia en los Juegos Olímpicos de París 2024, en ninguna sede oficial ni en ningún acto oficial». El COI determinó, además, que aquellos atletas que «apoyen activamente» la operación especial rusa en Ucrania no podrían ser inscritos ni participarían en las competencias, “ni se invitará ni acreditará a ningún funcionario ruso» para asistir al evento. Y como muestra de la hospitalidad deportiva del jardín europeo, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, declaró: «Quiero decir a los atletas rusos que no son bienvenidos en París«.
Diputados de oposición en Francia reclamaron al COI que en los Juegos Olímpicos se aplicara a Israel las mismas sanciones que a Rusia. El creciente reclamo obligó al propio presidente francés, Emmanuel Macron, a salir ante los medios de comunicación para justificar la aprobación del COI sobre la participación de los atletas israelíes en las competiciones a pesar del genocidio del Gobierno de Israel en contra de la población palestina en la Franja de Gaza, en donde más de 40 mil palestinos han perdido la vida. El mandatario francés utilizó el insostenible argumento de que Rusia fue excluida de la competición porque inició una “guerra de agresión” en Ucrania, mientras que Israel no es el país “agresor”, «no está atacando», por el contrario «fue víctima de un ataque terrorista al que ahora está respondiendo».
Como vemos, el COI y el Gobierno francés consideraron entonces que el genocidio que realiza el Gobierno israelí contra el pueblo palestino no es una “agresión”, que los criminales bombardeos del ejército israelí que han asesinado a más de 14 mil niños palestinos y su ilegal ocupación en la Franja de Gaza, no son una “agresión”, desestimando que la Fiscalía de la Corte Penal Internacional haya solicitado formalmente a los Jueces de la Corte se emitan órdenes de detención contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu para ser juzgado por realizar ataques directos a civiles, homicidio intencional, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad de exterminio, causar inanición a la población civil, entre otros delitos cometidos en la Franja de Gaza. Ni tampoco consideraron que la Corte Internacional de Justicia había ordenado a Israel detener su ofensiva en Rafah. Pese a ello, al Gobierno israelí dichos ordenamientos le importaron un bledo y sigue bombardeando a su antojo los sitios y campos de palestinos refugiados
Hasta el momento, Israel sigue avanzando en su criminal plan de exterminio para apoderarse del territorio palestino. Y esta impunidad con la que se conduce se explica porque este plan también es parte de los objetivos económicos, políticos y militares del imperialismo norteamericano para adueñarse del mundo y ganar posiciones geoestratégicas con miras a un posible enfrentamiento contra Rusia y China. La frenética ovación y recibimiento que el Congreso norteamericano le ofreció recientemente al asesino y verdugo de Medio Oriente, Benjamín Netanyahu, así lo demuestran.
Si para Estados Unidos, Francia y la COI, lo que ocurre en la Franja de Gaza es que Israel «fue víctima de un ataque terrorista al que ahora está respondiendo”, entonces, según ellos, no existía razón alguna para impedir que se aprobara la participación de los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Francia 2024. ¡Sinveguenzas! Este es el mundo unipolar que quieren imponernos.
Que nadie se engañe, los trabajadores debemos tener claro que la operación militar especial de Rusia en Ucrania fue realizada para proteger a la población rusa que vive en la región del Donbás, desnazificar al criminal gobierno ucraniano que dirige el comediante Volodímir Zelensky y, de esta forma, detener el cerco militar que el Gobierno de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pretendían completar en Ucrania con el objetivo de desestabilizar, atacar y desmembrar a la Federación Rusa.
En el fondo, los conflictos en Ucrania y Palestina obedecen a los intereses del imperialismo norteamericano por mantenerse como los amos del mundo. Sin embargo, la crisis económica y política interna que sufre, la desdolarización de la economía mundial, el avance incontenible de los BRICS y su debilitamiento económico frente a China, revelan que está perdiendo su hegemonía unipolar frente a un mundo multipolar que gradualmente se impone en el terreno de los hechos.
El COI, como muchos otros organismos deportivos internacionales, existe y se desarrolla conforme a los intereses establecidos por los dueños del capital. El doble rasero aplicado en los casos de Rusia e Israel es una infame demostración de ello. No obstante, el espíritu de fraternidad y respeto deportivo exhibido por un buen número de atletas en estos Juegos Olímpicos de 2024 confirman la inaplazable necesidad de colocar al ser humano, y no al capital, como el eje sobre el cual debe girar el sano desarrollo de la sociedad futura que estamos obligados a construir.