Marat Martínez
El mundo entero ha tenido que volver la vista hacia el triunfo de Mijaín López contra Yasmani Acosta en los juegos olímpicos de Paris 2024. El mundo se ha sorprendido del logro titánico de este hombre: cinco medallas de oro consecutivas en la disciplina de lucha grecorromana, primer atleta que obtiene este récord en la historia de los juegos olímpicos: rompió el empate con Michael Phelps (natación), Al Oerter (lanzamiento de disco), Kaori Ilcho (lucha libre) y Paul Elvstrom (Vela) quienes habían conseguido cuatro oros en una misma categoría. Emocionante el momento en que se quita los zapatos para colocarlos a la mitad de la lona en señal de que se retiraba de las competencias deportivas.
Unos minutos después de la hazaña se volvía viral en las redes sociales un video donde respondía a la prensa “yo sé que están despiertos todos mirando la pelea, darle las gracias por esas fuerzas que me están transmitiendo desde Cuba, solamente lo prometido es deuda, yo nunca he dejado de cumplir y nunca lo voy a dejar de hacer, porque hoy por hoy agradecerle este resultado y dedicárselo a nuestro comandante en jefe invicto (Fidel Castro) que fue quien llegó por primera vez… y creo que hoy nosotros somos meritorios de estos resultados gracias a él, y gracias a los esfuerzos que hizo para que nuestra revolución triunfara y siguiera hacia adelante y nosotros hoy estuviéramos por el mundo dando estos alegrones no sólo para Cuba sino para el mundo”.
Pero no todo el mundo se alegraba del triunfo cubano. Al día siguiente, en un artículo publicado en “El País” Carla Gloria Colomé arremetía “Cuba contra Cuba: el único triunfo de Mijain López” dice que los atletas cubanos no tienen el apoyo por parte del Estado y pone como ejemplo al contrincante Yasmani Acosta quien peleó por Chile y quien “en una madrugada de 2015… abandonó la delegación cubana en el Hotel Fundador, desprovisto de pasaporte o dinero, desapareció en silencio como muchos deportistas cubanos en los últimos años”. Y en cuanto a la dedicatoria de López al comandante Castro dice “fue lo que Fidel Castro hizo siempre: colgarse en el pecho verdeolivo las medallas de los deportistas cubanos. Se jactó a toda hora del deporte, se codeó con Maradona y le puso el mentón a Muhammad, presumió como trofeo propio a Alberto Juantorena, gloria del atletismo”.
Después de reconocer que existieron “décadas de gloria en el deporte cubano” al declararse al deporte como un “derecho del pueblo” señala la articulista, “en la medida en que el país se vino abajo económicamente y políticamente, el deporte también se desmoronó…(¿como en París 2024?) 2 atletas se largaron a recorrer el futuro incierto del migrante, como los más de medio millón de cubanos en los últimos casi tres años… (por tanto) hoy se enfrentó una Cuba de adentro y una Cuba de afuera, una Cuba que fue y una Cuba que no existe, una Cuba en París y una Cuba en los recuerdos, hoy le regaló el orgullo de un pueblo disperso, diaspórico, que lo celebra…” (elpaís.com del 7 de agosto de 2024).
No cabe duda que aun en las verdades evidentes hay quienes, al servicio del imperialismo, se empeñan en acallarlas. No puede caber en su cabeza mezquina que un pueblo que ha hecho y ha defendido una revolución brille siempre en los juegos olímpicos del mundo, a pesar de estar sometido a un feroz y asfixiante bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno norteamericano por más de 60 años.
Primero. Los que abandonan Cuba no lo hacen por falta de apoyos al deporte sino por el afán de obtener lucro, afán individualista que es infundido por los países capitalistas, el deporte visto como mercancía. Pero los cubanos saben perfectamente esto y por eso dedican sus preseas a quienes han hecho posible esos logros: a su gobierno y a su pueblo. Segundo, ¿está prohibido que un jefe de Estado presuma de los logros obtenidos por los atletas de su nación en los juegos olímpicos, cuando han sido éstos quienes los impulsaron? Los que deben avergonzarse son aquellos gobiernos que no han invertido en el deporte y luego presumen los triunfos individuales de sus atletas haciéndolos suyos (como en el caso de México en que sus atletas tienen que andar colectando para poder participar). Pero un país como Cuba que en su historia ha demostrado priorizar el deporte no solo está obligado a presumirlos sino a seguir su ejemplo. Tercero, ¿de dónde saca Colomé que Cuba ha caído económica y políticamente como hace unas décadas? Solo Dios lo sabe. No existe una “Cuba en París y otra Cuba en los recuerdos”, ni una de adentro y otra de afuera, solo existe una Cuba y es la Cuba revolucionaria unida en torno al socialismo.
Cuba en París 2024 es el resultado de una verdadera política deportiva de Estado. Esta política no puede venir sino de aquellos gobiernos que ponen en primer lugar el desarrollo integral del ser humano, en la formación científica, educativa, cultural y deportiva de su pueblo. Cuba es ejemplo de este desarrollo integral. Desde que triunfó la revolución cubana han puesto en primer lugar la práctica del deporte que ha colocado a Cuba en uno de los primeros lugares en la historia del medallero olímpico (número 16 de 106 países con 235 medallas ganadas, a pesar del criminal bloqueo que sufre). Por eso el agradecimiento del pentacampeón Mijaín López al “comandante en jefe” quien hizo que la “revolución triunfara y siguiera adelante” dando unos alegrones para Cuba y para todo el mundo.
En suma, el triunfo del atleta cubano refleja que el socialismo es sinónimo de humanismo. Que el deporte, la educación, la salud son prioridades para los gobiernos socialistas y que sus triunfos son resultado de un esfuerzo colectivo, de todo un pueblo que se ha mantenido firme en su convicción de crear una sociedad nueva. El afán del imperialismo de acabar con aquella isla se topa con la resistencia organizada de un pueblo que sigue siendo un faro para todos los pueblos del mundo y en particular para América Latina.