Ulises Bracho
Recientemente fue noticia nacional que, el pasado 29 de abril, los senadores morenistas y sus aliados – PT y PVEM– sesionaron paralelamente en la Casona de Xicoténcatl, en el centro histórico de la Ciudad de México, para poder votar en fast track, es decir, de manera rápida y violando todos los mecanismos para la adecuada valoración y aprobación de una ley, un paquete de 20 iniciativas del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, entre las que destaca la derogación del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) que, este lunes 29 de mayo, fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, y, en sustitución de dicho instituto, se anunció la creación del IMSS–Bienestar.
Entre quienes han celebrado con bombo y platillo la materialización para que el IMSS-Bienestar colabore con la Secretaría de Salud en la prestación gratuita de servicios de salud y medicamentos a las personas sin seguridad social para sustituir al INSABI, está el presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, el morenista Emmanuel Reyes Carmona, además, entre los partidarios de la derogación del INSABI, algunos han admitido el fracaso del sistema de salud que remplazó al Seguro Popular, como si dicho error no ocasionara un problema grave a más de 66 millones de mexicanos que se beneficiaban de dicho sistema.
Reyes Carmona admite que el fracaso se debe a que el “proyecto del INSABI fue trastocado por la grave crisis sanitaria del Covid-19” (Heraldo de México, 25 abril 2023), sin embargo, el diputado morenista olvida que su jefe máximo, desde Palacio Nacional, rechazó públicamente las recomendaciones científicas emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, por ejemplo, minimizó el uso masivo y obligatorio del cubrebocas. En el delirio de su visión reaccionaria y oscurantista, AMLO incluso sacó de su bolsillo unos escapularios y amuletos religiosos como el “detente” para engañar al pueblo pobre de México afirmando que éstos pondrían a salvo a quienes los portaran y, además, dijo “el escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir corrupción” (Forbes, 2020). Finalmente, como consecuencia de su absurda negligencia murieron en la pandemia más de 600 mil mexicanos.
Por su parte, Adán Augusto López, Secretario de Gobernación, con toda calma señaló que el INSABI fue un paso hacia el proceso de la universalidad de la salud en México y su atractivo lo sitúa en que ya no habrá algún tipo de cobro, como lo existía en el Seguro Popular. Pero el mal ya está hecho y solo es cuestión de contar 180 días naturales para que se transfieran los recursos humanos, materiales y financieros al IMSS-Bienestar.
El régimen del IMSS seguirá teniendo su propio presupuesto generado a través de las cuotas obrero-patronales y la exclusividad seguirá siendo para sus derechohabientes algo intransferible, señaló Zoé Robledo, actual Director General del IMSS. En ese sentido, el IMSS-Bienestar será entonces una institución nueva con patrimonio propio y financiado con el Presupuesto de Egresos de la Federación para la atención de la seguridad social de quienes, obligados a trabajar en la informalidad, se han quedado sin un verdadero servicio público de atención médica. A estas alturas, no puedo imaginarme la falta de autocrítica de la administración actual para no ver sus errores, en cambio, siguen promoviendo los pírricos avances de su gobierno.
En varias ocasiones hemos sido testigos de cómo el gobierno morenista deshonra su palabra al incumplir con sus compromisos. Solo por mencionar un ejemplo, el estrenado Hospital General de Zona No.35 del IMSS en Cuautlancingo, Puebla, fue inaugurado el pasado 4 de mayo donde Zoé Robledo lo destacó como “modelo hospitalario completamente nuevo e inédito” (El Sol de Puebla, 2023). Veinte días después, leímos en los periódicos nacionales “Colapsó el techo de un hospital del IMSS por lluvias en Cuautlancingo, Puebla”. ¿Este es el modelo hospitalario a seguir del futuro IMSS– Bienestar edificado bajo la dirección y supervisión de morena?
Y para colmo de nuestras amarguras, en las últimas semanas los enfermeros y enfermeras a nivel nacional han manifestado su inconformidad ante la falta de incentivos laborales, sueldos competitivos, prestaciones y reconocimiento de los estudios de licenciatura y posgrados que ayudan a la profesionalización del sector, acusando que bajo el reciente sistema IMSS-Bienestar quedarían eliminados gran parte de sus derechos laborales. Lucero Ochoa, enfermera del Hospital General “Dr. Rubén Leñero”, lo resume así: “Acudimos a la manifestación los estudiantes de la universidad, pasantes de enfermería y trabajadores del sector salud, en su mayoría trabajadores que no tenemos prestaciones, que estamos bajo contratos temporales y en condiciones precarias” (El médico interactivo, 2023).
Han enterrado al INSABI, “modelo de servicio médico público estilo Dinamarca”, mientras “en estos poco más de tres años, el uso de los recursos estuvo marcado por un sinfín de irregularidades, pues la Auditoría Superior de la Federación (ASF) observó montos que superan los 6 mil millones de pesos” (El Universal, 2023). El presidente que proclamó en su mañanera del 11 de marzo de 2021 el cese de la corrupción, ahora nos dice que “hay que ahorrar, hay que ser eficaz y no propiciar la duplicidad de funciones.” ¿Ahorrar? Si lo que han hecho desde el principio de su administración es recortar los presupuestos de infinidad de organismos públicos para destinarlos a los programas de asignación monetaria directa, con el objetivo de comprar conciencias y votos, además de continuar con la construcción de sus obras emblemáticas como el Tren Maya, La refinería de Dos Bocas y su Aeropuerto “Felipe Ángeles”.
Para el gobierno morenista la infraestructura y atención médica de los mexicanos a través del sistema nacional de salud no es una prioridad, para ellos lo imprescindible es ganar las elecciones del 2024 y mantenerse en el poder. Esto explica el expreso de media noche que mantuvo despierto a los senadores para que aprobaran 20 leyes que le urgía acelerar al Gobierno Federal.
Al gobierno no le interesa cómo vive la clase obrera, no se preocupa por ella porque sabe que la gran debilidad del pueblo trabajador está en su falta de organización, unidad y consciencia política. Por eso son capaces de cometer, y lo digo con suma indignación, este tipo de arbitrariedades que, en el terreno de la salud, resultan criminales: la negligencia para contener la pandemia, legislar al vapor para imponer su santa voluntad y hacer mal las cosas como ocurrió en el Hospital General en Cuautlancingo, Puebla. Insisto, es una inaceptable trasgresión a la ley; pero llegará el día en que esta administración pública tendrá que ser juzgada y sancionada por los tribunales de justicia porque con la vida y la salud de los mexicanos no se juega.