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El Capitaloceno: intensa explotación y engaño descarado

Rufino Córdova Torres 

 

    Todavía hoy, en México, muchos obreros tienen la fe en López Obrador y el movimiento de regeneración nacional (MORENA) para que hagan prosperar la vida de todos los trabajadores. Desafortunadamente los resultados obtenidos por el Presidente y su partido político desmienten dicho credo.


Para hacerse una idea de la dimensión de una parte importante en la vida de los trabajadores, basta con hacer una breve revisión del escenario internacional que ha agudizado la crisis ambiental en México durante lo que va de la llamada 4T.


Los geólogos, biólogos y ecólogos críticos han utilizado el concepto capitaloceno para referirse al sistema capitalista contemporáneo y subrayar del sistema neoliberal su evidente, más grave y peligrosa consecuencia: la crisis ambiental mundial.


Hoy, en la mayor parte del planeta, es cotidiana e intensa la extracción de materias primas procedentes del subsuelo, de los mares y de los campos agrícolas y ganaderos y, mediante la sobreexplotación de los trabajadores, la fabricación de colosales cantidades de mercancías y chucherías que son transportadas a cualquier lugar del mundo para ser vendidas.


Cabe anotar, a modo de ejemplo, que las plantaciones de alguna especie de árbol es tal que puede explotarse en menos de 20 años mientras los bosques naturales se pueden aprovechar casi cada 60 o 70 años (Mendoza 2021, diciembre 13: 49).


Todo esto, como se muestra en el ejemplo, en ciclos continuos sin que importe el uso real de las mercaderías pero creando, día a día, contaminación con sustancias toxicas y, con gran gasto de energía, los llamados gases de efecto invernadero que contribuyen al aumento de la temperatura general de la Tierra.


Las consecuencias de tal calentamiento terrestre son las oleadas de calor o frío, lluvias torrenciales e inundaciones, sequías prolongadas —como las que actualmente viven distintos estados de la República Mexicana— y otros fenómenos como el derretimiento de los grandes bloques de hielo en los polos terrestres y los cambios en las corrientes marinas. Todos estos efectos se refuerzan mutuamente multiplicando los impactos negativos tanto a los ecosistemas como a millones de familias trabajadoras en el campo, las costas y las urbes modernas del mundo.


En efecto, el agravamiento de la problemática ambiental se produce por la elevación del nivel de los mares a razón de 4.4 milímetros por año entre 2013 y 2021 lo cual significa el doble en comparación con el periodo 1993 a 2002 según lo reporta el periódico Le Monde (31 de octubre del 2021).


Por si no fuera poca la complejidad de la crisis ambiental mundial, Europa regresa con la guerra en Ucrania a la quema de carbón y, a mayor costo, del petróleo y gas natural proporcionado por EE. UU. para suministrar energía a la fabricación, transporte y consumo de las mercancías que incrementen las ganancias. Así, se dispara el aumento en contaminación y emisión a la atmosfera de los gases ya referidos.


En el fondo, la guerra instigada en Ucrania por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN por sus siglas en inglés) busca que las elites y multinacionales estadounidenses se apoderen de los recursos naturales existentes en el suelo de la Federación Rusa. Nada nuevo en la forma norteamericana de acceder a los mercados y atender a la supuesta democracia.


Sea el consumismo, la fabricación de armas y chucherías o simplemente destruir un país para apoderarse de sus recursos naturales, ocurre que todo lo anterior incrementa, vía los gases de efecto invernadero y la temperatura de la Tierra. De manera que los hechos desmienten las declaraciones acerca de la protección ambiental cacareadas en foros internacionales por los poderosos del mundo.


Hoy, todo lo anterior sucede, cuando se ha alcanzado 1.1 grados de incremento en la temperatura promedio de la Tierra. Pero, sí se extiende todavía más, hasta un total de 1.5 grados de temperatura las consecuencias serán catastróficas y se pondrá en peligro la supervivencia futura de la especie humana.


No cabe duda, las huellas negativas en el clima generadas por el proceso de industrialización capitalista fueron ya científicamente comprobadas, en el Siglo XXI, aunque negadas por las multinacionales y gobernantes norteamericanos y europeos pues ellos atienden el insaciable deseo de los inversionistas para acumular y reinvertir, es decir, sacrificar a la humanidad en el altar de su Dios llamado Capital y su signo, el dinero.


Un dato revelador, de lo anotado hasta aquí, se encuentra en el Informe Gigantes del Carbón donde se explica cómo mil empresas produjeron el 71 por ciento del total de emisiones industriales de gases de efecto invernadero entre 1988 y 2017 (Egremy, 2021: 30). Así que, entre unos cuantos, se concentra la apropiación de las ganancias pero la contaminación y los efectos de los desastres afectan principalmente a la población trabajadora del mundo.


Por su parte, Jason Moore —historiador ambientalista de la Universidad de Binghamton— señala que en el capitaloceno las corporaciones y autoridades de la estructura capitalista procuran desplazar la responsabilidad propia hacia el consumidor promedio. Esto es, se culpa a los trabajadores de los efectos negativos que sufre el medio ambiente en un modelo económico que enriquece a los capitalistas.


También en Foreign Affairs se denuncia que por largo tiempo, a los ciudadanos del mundo se les indujo a pensar que eran individualmente culpables por la crisis climática cuando en realidad es un puñado de corporaciones y elites económicas las que han contribuido al envenenamiento colectivo (Egremy, 2021: 32).


Debemos pensar ante la situación expuesta, ¿admitirán los inversionistas y las autoridades la responsabilidad de los problemas ambientales causados por su afán de ganancias y poder? O bien, ¿qué demuestra lo que hemos mencionado? ¿Será posible algún tipo de mejoría para la clase obrera?


Hermano trabajador, se requiere reflexiones, te incluyas y ayudes a forjar un mundo mejor para todos los que chambeamos y donde se cuide a la naturaleza.


No lo dudes, nuestras familias necesitan que cada miembro de la clase trabajadora estudie, se organice y presione para conseguir cambios reales, terminar con la crisis ambiental generada por el afán de ganancias del sistema económico capitalista. Todo esto es posible y necesario ya que está en juego la supervivencia de nuestros seres queridos y, al mismo tiempo, la especie humana. 

 

Referencias: 

  • Egremy, N. (2021, nov 22) El Tiempo se acaba: más desastres por el eco imperialismo. Buzos. Número 1004, páginas 29 a 33.
  • Pérez Zamorano, A (2021, noviembre 22). Calentamiento Global y Anarquía de la Producción. Buzos. Número 1004, páginas 38 a 39.
  • Mendoza Moreno, P. (2021, diciembre 13). Plantaciones Exóticas: perjuicio o beneficio para el ambiente. Buzos. Número 1007, página 49.

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