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EL PROGRAMA “JÓVENES CONSTRUYENDO EL FUTURO”: GRANDES ESPERANZAS, MALOS RESULTADOS

 

Raúl
R. Pérez

Los trabajadores tenemos bajos
salarios, malas condiciones laborales, inestabilidad en el empleo, raquíticas
prestaciones y una insuficiente seguridad social. Situación que se ha agravado
con la pandemia, nuestro trabajo se ha vuelto más precario.  Se estima que 56.2 por ciento de la población
ocupada (55.2 millones de personas) padecen informalidad laboral, lo que
significa que 31 millones de personas se encuentran en esta condición.

El
gobierno trata de darle la espalda a la realidad. Cultiva el espejismo de la
rápida recuperación económica ignorando la precarización de la que es objeto la
fuerza de trabajo. Mañosa e indebidamente, incluye entre los puestos de trabajo
recuperados a los beneficiarios del programa de “Jóvenes Construyendo el Futuro”;
que, si bien es cierto, se encuentran afiliados al IMSS, no tienen una relación
de trabajo.

Medio
millón de empleos recuperados son informales y 6 de cada 10 trabajadores no
tienen servicio de salud ni prestaciones ni contrato de trabajo escrito. La
mayoría son puestos de trabajo eventuales.

Dentro
de los sectores con las peores condiciones de trabajo están las mujeres y los
jóvenes. Los datos lo demuestran: Hoy trabajan sin seguridad social el 60% de
las mujeres, no tienen contrato estable el 49%, el 30% carece de prestaciones,
el 93% no tiene defensa sindical, y un 15% de ellas trabajan a tiempo parcial. Cerca
de 600 mil mujeres aún no se reintegran a la fuerza laboral para alcanzar la
participación observada antes de la pandemia.

La
mitad de todos los empleos que se perdieron en los primeros 10 meses de
pandemia —según estadísticas oficiales del IMSS—, pertenecían a jóvenes menores
de 29 años.

Según
datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE del INEGI) en el
primer trimestre de 2021, hubo alrededor de 1.2 millones de desempleados. Entre
abril y junio se contabilizaron cerca de 796 mil jóvenes entre 15 y 24 años sin
trabajo, esto es, 240 mil 716 más que el mismo periodo del año pasado. Cabe
señalar que los jóvenes con secundaria y bachillerato son los que más sufren el
desempleo en México.

Entre
los jóvenes el porcentaje de desempleo es más del doble que entre los mayores
de 39 años. Estos datos por sí mismos son preocupantes, tanto desempleo
incrementa la criminalidad.

¿Dónde
encuentran trabajo los jóvenes trabajadores? Entre los repartidores, los
despachadores de restaurantes de comida rápida, que operan a través de
plataformas digitales como Rappi, Uber Eats, Didi Food, Sin Delantal (que
recientemente desapareció), entre otras; en los call centers, sin prestaciones.
Lugares de donde pasan de un lugar a otro: chambismo que los mantiene en una
total dependencia y sin poder ejercitar sus derechos colectivos.

El
especialista Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación
Laboral y Asesoría Sindical (Cilas), explica que: “La pandemia vino a hacer más
evidente que los más prescindibles y los más vulnerables son los jóvenes. A las
empresas e instituciones se les hace más fácil cortar a un joven que cortar a
un trabajador con más experiencia o que acumuló determinados derechos. Como
esos jóvenes normalmente son contratados de una manera precaria, sin muchos
derechos, pues es más fácil cortarlos”.

La
situación es muy triste —me decían algunos jóvenes—, resulta dificilísimo
conseguir trabajo. Y cuando ya lo tienes, con frecuencia te dicen: “No te
podemos ofrecer más dinero, porque simplemente no hay, no tenemos, a lo mejor
en uno o dos años nos regularizamos y podemos ofrecerte un sueldo acorde a lo
que vas a estar haciendo, pero por el momento es todo lo que podemos
ofrecerte”.

Señalan:
“La verdad, es muy duro escuchar esto y uno se pregunta ¿ahora qué voy a hacer?
¿dónde voy a conseguir trabajo? ¿Cómo voy a mantener a mi familia?”

Tienen
razón, el Covid-19 ha venido a reforzar la tendencia para que los jóvenes
acepten un pequeño ingreso en cualquier empleo en las condiciones que sean si
quieren ganar un poco de dinero, es decir, están expuestos a los peores abusos.

¿Y el
gobierno de la 4T qué hace para defender a este sector tan vulnerable? Realmente
nada serio, no hay estrategia específica para auxiliar a este sector tan
perjudicado; todo se reduce a su plan prepandémico de carácter asistencial de
becas que no hacen sino perpetuar la precariedad laboral; su única herramienta
es su programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”.

 El desempleo entre los jóvenes es un grave
problema real. De acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Ocupación
y Empleo (ENOE del INEGI) para el año 2018 —que fue cuando se diseñó el
programa— la población de jóvenes entre 18 y 29 años (rango de edad que
considera el programa) ascendía a 24.2 millones. De los cuales, 5.8 millones no
estudian ni trabajan; cifra que incluye a 4.8 millones de mujeres y un millón
de hombres (nótese la gravedad del problema y la mayor desventaja en que se
encuentran las mujeres).

Veamos
en qué consiste y cuáles son los primeros resultados del programa dirigido a
jóvenes entre 18 y 29 años que ni estudien ni trabajen.  La meta del primer año fue reclutar 2.3
millones y sólo alcanzaron, aproximadamente, un millón. Al presentar el
programa se dijo que sería aplicado principalmente en comunidades alejadas o
que presentaran altos índices de violencia y desempleo, pero la realidad es
otra; en 9 de los municipios con mayor tasa de homicidios dolosos no hubo un
solo becario.

En Tamaulipas,
por ejemplo, los incorporados son 8 mil 372 aprendices y hay 27 mil 099
vacantes disponibles.

Justificaron
este mal resultado diciendo que realmente no había tantos jóvenes en esa
condición, como se pensaba; que se había sobredimensionado el problema. ¿Será
verdad? Su explicación contradice los datos oficiales del INEGI.

La
beca consiste en 4 mil 300 pesos mensuales durante un año (incluido el
incremento del año 2021), en el que deberán estar trabajando para un patrón que
no está obligado a pagarles nada; su obligación sólo consiste en proporcionarles
capacitación para que adquieran experiencia en el oficio.

El
propio gobierno confirma que no existen padrones de los centros donde
supuestamente se capacitan los aprendices, que el 80% son micro negocios que no
pueden ser ubicados con Google o con la Guia Roji. Tampoco existe un padrón de
los beneficiarios con datos básicos que permitan su identificación como RFC,
CURP, domicilio, ni teléfono. No existe evaluación o revisión sobre la capacitación
que reciben, ni control de asistencia. Ni ningún control que garantice que se
están cumpliendo las reglas de operación.

Si
este es el resultado del primer año, ya nos podemos imaginar los resultados de
los años siguientes, en los que habrá menos jóvenes dispuestos a integrarse al
programa, pues hay que excluir a los que ya pasaron por el mismo.

Y de
los que estuvieron incorporados en el primer año ¿cuántos fueron contratados
por sus empleadores? Algunos ejemplos nos dan idea de la proporción de los que,
a la postre, consiguieron empleo: Bimbo de 2000 aprendices contrató a 181 y
Liverpool de 1200 becarios contrató a 136. En cifras globales, 9 mil 232
jóvenes consiguieron empleo con las empresas que los tuvieron como aprendices,
lo que no representa ni el 1% de los incorporados; ésta es la eficacia de uno
de los programas emblemas del gobierno morenista de López Obrador.

El
programa lanzado con bombo y platillo se llama “Jóvenes Contrayendo el Futuro,
¿qué futuro están construyendo?, ¿para quién?, ¿para sus comunidades, para sus
familias, para ellos mismos? Todo está resultando una amarga farsa con cargo al
erario. Que le está redituando beneficio político al partido gobernante, al
condicionar electoralmente a los jóvenes para incluirlos en el censo que
levantan los “servidores de la nación” (personas afines al partido morena,
contratados por el gobierno para estas funciones).

Los
vicios del programa han ido saliendo a la luz. Duplicidad de nombres en el
padrón, inclusión de personas fallecidas. Empresas fantasmas que “brindan
capacitación” a los becarios. Patrones y beneficiarios que se ponen de acuerdo
para repartirse el dinero de la beca, sin que se realice ninguna actividad
relacionada con el programa. Sobre esto último la autoridad afirma que ha
presentado las denuncias penales correspondientes.

Pero
aún hay más, ¿se imagina usted quién es el mayor empleador de esta gran masa de
fuerza de trabajo mal pagada? El propio gobierno que durante el primer año del
programa utilizó 322 mil becarios en la Secretaría del Bienestar, de
Agricultura, de Protección Civil, del INAPAM, etc. La campeona fue la
Secretaría del Bienestar que tiene 19 mil 607 trabajadores e incorporó más del
triple de la nómina como becarios; es decir, 68 mil 693.

El
programa que se definió como herramienta de inclusión y apoyo a los jóvenes
para que adquirieran experiencia y pudieran conseguir trabajo, se convirtió en
un elemento de la mal llamada “política de austeridad republicana”. En el
aparato de gobierno, se recortó el 70% del “personal de confianza”, limitó la
creación de nuevas plazas, disminuyó el presupuesto para insumos e
instalaciones (llegando a afectar a sectores tan delicados como el de la
Salud); aumentó el horario laboral, más allá de lo establecido en la ley; y los
jóvenes del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” fueron contratados —mejor
dicho, fueron becados por un año– para realizar tareas de trabajadores de base.
Lo que significó un ahorro brutal en sueldos y prestaciones. Así de amoroso con
los trabajadores resultó del gobierno de López Obrador.

No
debemos dejarnos engañar con simulaciones. Exijamos que los jóvenes que quieran
estudiar tengan, realmente, oportunidad para acceder a una educación pública,
gratuita y de buena calidad. Y que los jóvenes que quieran trabajar encuentren
trabajo digno y bien remunerado, como lo establece la Constitución de la
República, y no engañifas como las que les ofrece el programa. Es el derecho de
todos los mexicanos.

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