Arturo Castillo
En una sociedad dividida en clases como es la nuestra, esta división social está determinada por la relación que tienen los individuos con los medios de producción, por un lado, uno cuantos son los propietarios de la tierra, las máquinas y herramientas así como de las unidades de producción con sus fábricas, almacenes y vehículos de transporte y, por otro lado, está la inmensa mayoría de la población que, al carecer de esos medios, se ve obligada a contratarse, a vender su fuerza de trabajo al patrón o propietario de dichos medios y aceptar, a cambio, un determinado salario que en la inmensa mayoría de la empresas es miserable.
Mientras esté vigente este sistema social de explotación, dividido en clases, en capitalistas y asalariados, las condiciones económicas de los trabajadores jamás van a mejorar aunque aumenten cada año sus salarios, porque este incremento se lo engulle el encarecimiento de los precios de los alimentos, el vestido, calzado, transporte, educación y salud de la familia. En lo que va del año, de los aumentos contractuales el más alto fue de 9.7 por ciento nominal, pero el real es de 4.5 por ciento y, según los datos de Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), la inflación de enero a julio ya es de 5.6 por ciento sobre el costo de la canasta básica alimenticia. De tal forma que el salario de los trabajadores queda igual que antes o peor, como sucede actualmente.
En este régimen en el que los patrones acrecientan sus fortunas a costa de reducir el poder adquisitivo de los asalariados, ¿con qué medios de defensa cuenta la clase trabajadora? Los obreros cuentan con la organización sindical. Pero no un sindicato como el que controlaban los viejos charros cetemistas, croquistas, cetecistas y menos como el de los charros morenistas de ahora con careta de “independientes” como los que encabezan el senador morenista Napoleón Gómez Urrutia o la diputada morenista Susana Prieto Terrazas, serviles al gran capital nacional y extranjero, sino un sindicato auténtico que se encuentre en manos de los propios trabajadores, que dirija y encabece la lucha por mejores condiciones de trabajo, en la que todos sus agremiados, como un solo hombre, reclamen y conquisten una parte importante de la riqueza que producen todos los días.
Los obreros mexicanos debemos perder el temor a organizarnos para constituir una asociación sindical auténtica de trabajadores, debemos esforzarnos en conocer cuáles son nuestros derechos laborales y exigir su cumplimiento.