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Salario Injusto

El trayecto a la decepción

Ezcarleth González

Compañero trabajador, como te sentirías después de una larga jornada laboral que duró más de 50 horas semanales y que por fin te pagan por tu gran esfuerzo y el desgaste de tu fuerza de trabajo, un monto de $1,742, correspondientes a siete días de salario mínimo ($248.93) con el que tú cuentas para poder sostener a tu familia. Confías en poder comprar alimentos y medicamento para alguno de tus hijos.

Pero al trasladarte del trabajo a tu casa que, por más cerca que esté uno del otro, se consume más de una hora de camino; cansado, dormitando de pie en el metro o en un camión que cada que avanza no sabes si llegará a su destino, aguantando jaloneos y apretones; y cuando falta poco para llegar a casa se suben dos personas que, sin temor a nada, después de unos segundos, amagan con sus armas al pasaje, lo insultan y repiten la conocida frase “ya se la saben, relojes, celulares y carteras”. No te queda más que entregar todo el dinero o si no te costará hasta la vida, y, en ese momento, lo único que piensas es en tu familia, en tus pequeños hijos que te esperan, ni modo, esos dos o tres minutos se convierten en los más largos de tu vida, no queda otra opción que despojarte de tus planes, desilusionarte de todos tus sueños, son minutos en que vez pasar toda tu vida con una pistola enfrente que sostiene uno de los tipos, mirándote fijamente en espera de que le entregues todo: cartera, reloj y celular, hasta asegurarse que no te quedes con nada.

Y ese enorme esfuerzo semanal para obtener tu salario y adquirir en abonos, por ejemplo, tu celular que aún no has terminado de pagar, todo ello va a parar a los bolsillos de aquellos delincuentes. Ese momento de impotencia, de no poder hacer nada para impedir que te roben, con el coraje en el pecho de no poder defender tus ingresos y pertenencias, que solo tú sabes cuánto esfuerzo te costaron, no quedó de otra que entregar todo. En ese momento no queda más que resignarse.

Ese es el pan de cada día en muchas ciudades inseguras del país. Antes te preocupaba salir de noche por que te podían asaltar, te inquietaba caminar por calles desconocidas porque te podía salir alguien de algún lado. Ahora, en esta etapa de la vida con tanta inseguridad, a plena luz del día, en cualquier momento y en cualquier lugar, estamos expuestos a sufrir algún asalto.

Esto no es solo una percepción personal ya que estadísticamente el Estado de México se encuentra entre las entidades con una mayor incidencia delictiva en el país. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad, en el Estado de México se registraron los niveles más altos de inseguridad: Ecatepec con un 84.9% siendo el segundo municipio más inseguro, seguido por Chimalhuacán con un 78.9% y Nezahualcóyotl con un 69.2%.

Se sabe que el Estado de México está considerado como un estado dormitorio ya que la mayor parte de los trabajadores se trasladan a la Ciudad de México para poder desempeñar algún trabajo; la necesidad de los trabajadores nos exige laborar a cambio de un salario ínfimo, obligados a trasladarnos durante grandes distancias, tiempos y riegos, donde incluso se pone en juego la vida misma. No lo merecemos.

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