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Horario de comida

Las ironias de una comida

 

Ezcarleth González

Alguna vez te has preguntado si tu patrón sabe ¿cómo te alimentas en tu horario de comida?

Es muy poco común que tu patrón se acerque a ti en ese horario y mucho menos se preocupe por saber qué es lo que comes, ya que él no sabe si te alimentas bien o no, si te alcanza o no la ración que traes, a él solo le interesa saber a qué hora sales a comer y a qué hora regresas ya que por cada minuto que te retrases, él pierde miles de pesos.

Mientras tú tratas de racionar las porciones entre tu familia (esposo, e hijos) y quizá conservar un poco en casa para cuando regresas a cenar ya que con el salario que pagan no alcanza para poder preparar otra cosa, y uno hace milagros para estirar el dinero y tener que preparar una comida para dos días; ellos solo con una llamada y/o mensaje haciendo uso de alguna aplicación, ya que están de moda, logran pedir la comida que se les antoja al momento y sin ver siquiera los precios, ellos solo se basan en su apetito y sus antojos, o quizás salen a comer pero no al puesto de la esquina sino se van a restaurantes lujosos y gastan en una sentada lo que tú haces rendir para que tu familia logre comer varios días o semanas, eso sí, sin ver el reloj de su salida y mucho menos de su entrada. Es irónico que ellos, siendo los encargados de que el trabajo y la producción se realicen con eficacia, debieran ser el ejemplo para todos nosotros como trabajadores, sin embargo, ellos infringen esas reglas de entrada y salida en todo momento, por la sencilla razón de ser los dueños de los medios de producción.

Algunos de nosotros podemos salir a comer a alguna placita, sentados en jardineras o hasta en el suelo de un kiosco, despejándonos así del encierro y de las cuatro paredes de la fábrica, aunque también hay compañeros que no pueden salir y los compensan con sus comedores que no son más que unas mesas de plástico y sillas bailarinas porque ya están tan viejas que no pueden sostenerse en el mismo punto, y para comer deben desarrollar dotes de equilibristas; para calentar su comida cuentan únicamente con un pequeño horno de microondas que ya está muy dañado y que, por tanto, sería mejor calentar al sol los alimentos, eso sería mucho más rápido y eficaz.

Pero éstas y muchas otras desigualdades no disminuirán ni desaparecerán hasta que los trabajadores decidamos unirnos, organizarnos y luchar en defensa de nuestros derechos laborales y, más aún, cuando logremos cambiar este sistema económico de explotación y opresión que se reproduce a cada instante.

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