Ricardo Torres
Este 1° de diciembre del año en curso, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) informaron que en 2023 el salario mínimo general pasará de 172.87 a 207.44 pesos diarios; mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte pasará de 260.34 a 312.41 pesos diarios, lo que significa un incremento de 34.57 y 52.07 pesos diarios, respectivamente, que representa el 20 por ciento de aumento. Por tanto, conforme al nuevo salario mínimo general, un trabajador recibirá 6 mil 223.20 pesos mensuales. Un aumento que a decir del Gobierno “beneficiará a más de 6.4 millones de trabajadores”.
No obstante, para la clase trabajadora dicho incremento nominal del salario mínimo general se esfuma al momento de adquirir algunos de los productos de la canasta básica debido a la creciente inflación que en este año alcanzó su nivel más alto en los últimos 20 años, es decir, debido al creciente aumento de los precios de las mercancías; hoy, por ejemplo, el kilo de tortilla está por encima de los 20 pesos, el frijol por encima de los 35 pesos y el huevo por encima de los 45 pesos. Por tanto, el incremento nominal del 20 por ciento que hoy presume el gobierno morenista, en términos reales, representa solo un espejismo, un nuevo engaño.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el costo mensual de la canasta básica es de 3 mil 542.14 pesos por persona. Luego entonces, para que una familia de cuatro integrantes pueda adquirir esta canasta básica, el trabajador requiere un ingreso de por lo menos 14 mil 168.56 pesos mensuales, lo que significa que el salario mínimo debería ser, por lo menos, de 472.28 pesos diarios. Ahora bien, si a partir de 2023 el trabajador recibirá un salario mínimo de 207.44 pesos diarios pero para satisfacer las necesidades mínimas de su familia necesita un ingreso de 472.28 pesos diarios como establece el Coneval, pasar de 172.87 a 207.44 pesos diarios con un incremento de 34.57 pesos lo mantiene muy por debajo de la línea de la pobreza extrema.
El próximo año un trabajador recibirá un salario mínimo general de 207.44 pesos diarios para obtener un ingreso de 6 mil 223.20 pesos mensuales, sin embargo, para adquirir la canasta básica necesita ganar, por lo menos, 14 mil 168.56 pesos, ¿de qué le sirve recibir en 2023 un aumento de 34.57 pesos diarios? Para poca cosa. Hay un aumento, es verdad, pero es cierto que sigue siendo ridículo. Incluso sus ingresos no le alcanzan siquiera para adquirir la canasta básica alimentaria. Según el Coneval el costo mensual de la canasta básica (3 mil 542.14 pesos mensuales por persona) se compone de la canasta básica alimentaria (1 mil 844.32 pesos mensuales por persona) y la canasta básica no alimentaria (1 mil 697.82 pesos por persona). En consecuencia, solo para alimentar a una familia de cuatro integrantes se requiere, por lo menos, de 7 mil 377.28 pesos mensuales. De manera que esperar en 2023 un ingreso mensual de 6 mil 223.20 pesos mantiene al trabajador muy por debajo de la línea de pobreza extrema.
A pesar de que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley Federal del Trabajo establecen que “El salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”, lo cierto es que, en un régimen capitalista como el nuestro donde es más importante la ganancia del patrón que el salario que garantice una vida digna para el obrero y su familia, los trabajadores sabemos bien que si el salario mínimo no alcanza ni siquiera para pagar la canasta básica alimentaria, cuanto menos para pagar la canasta básica no alimentaria (salud, vivienda, vestido, calzado, transporte, comunicación, etc.). Atender, además, las necesidades sociales, educativas o culturales para él y sus hijos resulta imposible.
Los empresarios y el gobierno morenista planearon este minúsculo incremento salarial para los trabajadores ante la necesidad de fortalecer el mercado interno del país sacudido aún más por la pandemia de Covid-19, es decir, conceden un impulso económico a los trabajadores para que estos tengan una mínima capacidad de compra y así se logre estimular el crecimiento del consumo interno que los capitalistas necesitan para acrecentar sus ganancias; ya que, hasta el momento, la pobreza en que se encuentra sumida la clase trabajadora no le permite adquirir siquiera un mínimo de los bienes y servicios que los empresarios ofrecen en el mercado. Si la venta de las mercancías se detiene las ganancias de los capitalistas se contraen, las empresas reducen su producción, aumentan los despidos y el desempleo, crecen el hambre y la delincuencia y, finamente, la crisis económica que vive el país se agudizará todavía más. Por tanto, al modelo económico y a los empresarios les urge fortalecer el mercado interno para vender sus mercancías y salir así de la crisis. Pensando en la obtención de sus ganancias pero no en el bienestar de los trabajadores.
Por su parte, el gobierno morenista lejos de aplicar una política salarial radical y progresiva que en verdad beneficie a los trabajadores y combata en serio la pobreza y desigualdad en que vivimos millones de mexicanos, vemos, por el contrario, a un gobierno conservador y neoliberal enmascarado que se enorgullece por alcanzar un aumento al salario mínimo de 34.57 pesos diarios para el 2023. Es “un día histórico” señaló Andrés Manuel López Obrador. Está claro que la buena relación del gobierno morenista con los amos del dinero que se encuentran representados en su Consejo Asesor Empresarial no puede verse alterada por ningún motivo. El modelo económico capitalista así lo exige.
Los trabajadores sabemos bien que, en lo inmediato, cualquier incremento al salario es bienvenido porque contribuye a paliar nuestras gigantescas penurias económicas, esto es cierto, sin embargo, en el fondo, también sabemos que un incremento de 34.57 pesos diarios no acabarán con la pobreza lacerante en que vivimos. Somos la clase que produce toda la riqueza social y a cambio recibimos salarios de hambre, solo migajas de la mesa del patrón.
En suma, si atendemos a los criterios de ingreso establecidos por el Coneval de recibir un salario de 14 mil 168.56 pesos mensuales con un salario de 472.28 pesos diarios para poder adquirir la canasta básica (alimentaria y no alimentaria) y rebasar así la línea de la pobreza extrema; resulta entonces que recibir 6 mil 223.20 pesos mensuales con el incremento de 34.57 pesos para obtener 207.44 pesos diarios, como lo acordó la clase empresarial y el gobierno morenista, significa condenar a la clase obrera mexicana a seguir sumergida en una pobreza permanente.
Es por ello que los trabajadores de México y el mundo no podemos esperar pasivamente, cruzados de brazos, que la justicia y la equidad económica provengan de la clase empresarial y sus gobiernos, eso no ocurrirá jamás. Nuestra única alternativa es participar de manera organizada en la lucha permanente por la defensa de nuestros intereses; en este caso, por un aumento salarial sostenido que en verdad permita elevar el nivel y calidad de vida de nuestras familias, porque es evidente que la política salarial impuesta por los morenistas, al igual que en el pasado lo hicieran los gobiernos del PRI y el PAN, en el fondo está diseñada para resguardar los intereses de la clase empresarial nacional y extranjera. Que nadie se engañe, los hechos nos demuestran una vez más que para los dueños del capital el bienestar de las familias trabajadoras en México les importa un bledo.
Aumento mísero que es aceptado con toda la humillación que ella entraña para nuestra dignidad.
Con la burla moral nuestro orgullo de individuos conscientes de este ultraje, nos relajamos y, de ese modo, pisoteamos nuestros derechos rebeldes.
Me sumo a la lucha por la defensa de nuestros intereses.