Ricardo
Torres
El pasado 7 de enero del año
en curso, en su habitual conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel
López Obrador hizo referencia a la huelga de Río Blanco, Veracruz, ocurrida en
1907, mientras en la mampara que sirve de fondo se leía: “2022 Año de Ricardo
Flores Magón, Precursor de la Revolución Mexicana”.
Por su importancia, conviene que los trabajadores de México
tengamos siempre presente el papel revolucionario que jugó Ricardo Flores Magón
en la historia de la lucha de los obreros y campesinos de nuestro país, así
como la trascendencia que tuvo la sangrienta huelga de los obreros de Río
Blanco, Veracruz, en 1907; no solo como datos históricos pertenecientes a un
pasado anquilosado para ser dignos de conmemorar, sino como acontecimientos
dinámicos y aleccionadores que nos ayuden a comprender nuestro presente y,
sobre todo, a orientar nuestro porvenir.
Ricardo Flores Magón (1873-1922) fue un brillante e incansable
luchador social de su tiempo. Nació en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca. Desde
muy joven se incorporó al movimiento estudiantil en contra de la dictadura de
Porfirio Díaz. Estudió en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, posteriormente
se dedicó al periodismo revolucionario para finalmente, además de su trabajo
editorial, concentrar toda su capacidad e inteligencia a la organización
política de los pobres de México; en 1900 funda la revista “Regeneración” desde donde se publicarían
las más radicales y fundamentadas críticas contra el régimen de Díaz. Flores
Magón se fue convirtiendo así en ideólogo defensor de los explotados de México.
Por su participación en el movimiento estudiantil antireeleccionista y por las
publicaciones en “Regeneración” fue
encarcelado por el gobierno de Díaz.
En 1901, en San Luis Potosí, participó en el Primer
Congreso Nacional de los Liberales, destacándose por la claridad de su
pensamiento y sus posiciones radicales en contra del régimen de explotación. El
gobierno porfirista desata entonces una prolongada y feroz persecución, por
todo el país, en contra de los liberales; algunos fueron asesinados o detenidos
y otros huyeron al extranjero. La revista “Regeneración”
es suprimida. El movimiento de los liberales quedó temporalmente desarticulado.
En 1902, Flores Magón arrienda el periódico de sátira política “El Hijo del Ahuizote” desde donde continúa
su permanente denuncia contra el gobierno de Díaz. Por este motivo, en 1903, es
nuevamente encarcelado.
Saliendo
de prisión, en 1904, junto con su hermano Enrique, se exilia en Estados Unidos,
primero en San Antonio, Texas y luego en San Louis Missouri, lugar donde los
Flores Magón planean la fundación del Partido Liberal Mexicano. Como trabajo
preparatorio se crea, en 1905, la “Junta Organizadora del Partido Liberal
Mexicano” que, apoyada por un importante grupo de luchadores y revolucionario
magonistas, de inmediato comienza a trabajar en la sistematización y difusión
de las ideas libertarias, en un plan de lucha nacional concreto y convocando a
los trabajadores de México a organizarse y levantarse en contra de la dictadura
de Porfirio Díaz. Las luchas promovidas por dicha Junta Organizadora fueron
exitosas: en octubre de 1905 estalla la huelga en la fábrica de cigarros “El
Valle Nacional” en Xalapa, Veracruz y en junio de 1906 la huelga en Cananea,
Sonora, que, como bien se conoce, constituyó uno de los momentos estelares de
la lucha de los obreros mexicanos.
El 1° de julio de 1906 se funda el Partido
Liberal Mexicano (PLM) y, consecuentemente, se publica su Programa en el que se proponía un proyecto de nación posible dentro
del marco del capitalismo naciente en nuestro país. Agrupó su contenido en ocho
grandes apartados: 1. Reformas Constitucionales; 2. Mejoramiento y Fomento de
la Instrucción; 3. Extranjeros; 4. Restricciones a los Abusos del Clero Católico;
5. Capital y Trabajo, 6. Tierras, 7. Impuestos; 8. Puntos Generales; además de
una Clausula Especial sobre la deuda externa.
Por
obvias razones de espacio haremos referencia solo a la sección sobre “Capital y
Trabajo” destacando algunas de las propuestas sobre las condiciones laborales
de los trabajadores: 1) Reducción del jornal a 8 horas diarias y el derecho al
descanso dominical; 2) Estipulación del salario mínimo según la zona, así como
la exigencia de que el pago se hiciera en efectivo y no en especie u otro modo,
sin descuentos ni demoras; 3) Prohibición del trabajo infantil a niños menores
de 14 años; 4) Seguridad laboral tanto en lo que se refiere a las condiciones
laborales, como a las sanitarias, la propuesta incluye el pago de indemnizaciones
por accidentes laborales; 5) Declaración de igualdad de derechos de los
trabajadores mexicanos y extranjeros, junto con la exigencia de que se
contratara mayoritariamente a trabajadores mexicanos.
De
esta manera, bajo un plan de lucha diseñado y ejecutado por militantes y activistas
del PLM, se gestó la huelga de los obreros de Río Blanco en Veracruz. La
industria textil, junto con la minería, fue de las primeras en instalarse en
territorio mexicano extendiéndose principalmente a lo largo del eje México-Tlaxcala-Puebla-Veracruz.
Estas industrias se caracterizaron por la sobreexplotación de la fuerza de
trabajo y la carencia de algún tipo de derecho laboral para los obreros.
Ante
esta situación, los trabajadores textiles comenzaron a organizarse para
conformar el “Gran Círculo de Obreros Libres”, siendo de los más combativos los
círculos de obreros libres de Orizaba localizados en Nogales, Santa Rosa y Río
Blanco. Llega a esta zona textil José Neira, militante del PLM, obrero
magonista con una sólida conciencia proletaria que se encargó de fundar el “Gran
Círculo de Obreros Libres de Río Blanco”, politizando a los trabajadores no
solo sobre la lucha inmediata por el salario y las prestaciones laborales, sino
para explicarles que estos problemas eran consecuencia inevitable del régimen
económico de explotación que sirve solo a los dueños del capital. Pero los
espías, perros de oreja al servicio de los patrones, denunciaron la labor de
José Neira y el gobierno porfirista interviene de inmediato para colocar en su
lugar a José Morales, un dirigente al servicio de los patrones y el gobierno.
Ahora
bien, como respuesta a esta creciente organización obrera, los patrones de la
industria textil de Puebla y Tlaxcala, en septiembre de 1906, forman el “Centro
Industrial Mexicano” para intentar imponer un reglamento de trabajo que
reconocía y justificaba las prolongadas jornadas de trabajo, los salarios de
hambre, los descuentos y multas, que prohibía las huelgas, los incrementos
salariales y las prestaciones laborales. Por consiguiente, en diciembre de 1906
estalla un movimiento de huelga en Puebla y Tlaxcala por la derogación de dicho
reglamento patronal y por la creación de una reglamentación que beneficie a los
obreros. Por esta razón los empresarios de la industria textil, en contubernio con
Porfirio Díaz, realizan una huelga patronal en todo el país para presionar a
los obreros en huelga y justificar la intervención directa del presidente de la
república.
Para
completar el engaño, el obispo de la ciudad de Puebla intercedió en el
conflicto para manipular a los huelguistas ofreciéndoles una reunión con
Porfirio Díaz, donde pudieran exponerle sus reclamos; ello a cambio de aceptar
la sentencia final y definitiva que al respecto emitiera Díaz. Los huelguistas
aceptaron la propuesta del obispo y cayeron en la trampa. A dicha reunión
acudieron los representantes obreros de la industria textil del país, incluido
José Morales de Veracruz. Finalmente, como se había maquinado, la sentencia
emitida por Díaz fue favorable a los patrones, si bien modificó algunos
criterios para imponer descuentos y multas, lo cierto es que dejó intactas
aquellas otras medidas que dejaban en la indefensión a los trabajadores. El
acuerdo incluía que todos los obreros textiles del país, sin excusa ni
pretexto, debían reincorporarse a sus labores el día lunes 7 de enero de 1907. Los
huelguistas de Puebla y Tlaxcala, cumpliendo su compromiso con el obispo y representante
de Dios, aceptaron la sentencia.
Pero en
Orizaba cuando el domingo 6 de enero el desprestigiado José Morales informó de
la sentencia presidencial a los trabajadores de Río Blanco, unánimemente éstos rechazaron
la sentencia. Al siguiente día miles de trabajadores se congregaron en la
entrada de la fábrica pero no para ingresar a laborar, sino para realizar un
mitin donde los elementos más conscientes que formaban parte de los “Círculos
de Obreros Libres” denunciaron la traición de José Morales, la injusta
sentencia de Díaz y llamaban a mantener la huelga hasta conseguir un reglamento
que en verdad favoreciera los intereses de los trabajadores textiles.
Al
mismo tiempo que se desarrollaba el mitin, las mujeres de los obreros, como lo
hacían diariamente, acudieron a la tienda de raya para adquirir algunos víveres
que obtenían a crédito aunque a precios
abusivos. Pero el dueño de la cadena de tiendas de raya en Orizaba, cómplice
directo de los patrones, al saber que los obreros se negaban a reincorporarse
al trabajo, les dijo a las mujeres que no habría más crédito, que si los
obreros se negaban a trabajar entonces que se murieran de hambre, lanzándolas a
la calle. Fue esta la chispa que encendió los ánimos. Ante la injusticia
laboral, la miseria, el hambre y la humillación, en un acto de rabia justiciera,
los obreros de Río Blanco saquearon la tienda de raya y le prendieron fuego; y
como se trataba del mismo dueño se dirigieron a las tiendas de raya de Nogales
y Santa Rosa para hacer lo mismo.
Ese
fue el tamaño de los daños provocados por los obreros de Río Blanco, pero la
vieja inquina de Díaz contra los obreros libres de Orizaba y el desacato a su
sentencia que contravenía a sus intereses en el conflicto textil, indignaron al
dictador quien, de inmediato, dio la contundente orden a su subsecretario de
guerra: “matalos en caliente”. Una vez que la turba de más de 5 mil obreros
regresaba de Nogales y Santa Rosa, acompañada de amplios grupos del pueblo, sin
miramiento alguno, fueron recibidos por los criminales disparos del ejército.
Se consumaba así una sangrienta página de la historia de la lucha obrera en
nuestro país.
Tres
años después daba inicio la Revolución Mexicana (1910-1917). Francisco I. Madero
por el sufragio efectivo y la no reelección; Ricardo Flores Magón y el PLM por
la libertad y la justicia. Madero, empresario y político, fue asesinado en 1913.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se establece en 1917,
quedando plasmado en sus artículos el ideario político del PLM. Flores Magón, político revolucionario, encarcelado
en Estados Unidos fue asesinado en 1922. La Revolución Mexicana quedó
interrumpida y secuestrada, hasta nuestros días, por los dueños del capital. Hoy
el pueblo pobre de México goza de una democracia simulada, cierto, pero sigue
careciendo de libertad y justicia.
Mientras
que AMLO, el demócrata maderista, hace una referencia histórica y burocrática
sobre la huelga de Río Blanco, la mayoría de los trabajadores asalariados del
país siguen laborando como hace más de un siglo lo expresaban las denuncias
magonistas: con jornadas por encima de las 8 horas, con salarios de hambre, sin
seguridad social, sin pago de utilidades, sin respeto a la antigüedad ni pago
justo de pensiones, entre muchos otros derechos y prestaciones laborales que
hoy son pisoteados.
Sin
duda, la lucha revolucionaria de Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal
Mexicano es aleccionadora: para alcanzar una verdadera transformación social en
nuestro país los trabajadores debemos construir un genuino partido político,
con un programa que proponga un proyecto de nación posible en el marco de
nuestra realidad económica, política y social, desplegando una lucha sin
cuartel en contra el régimen de explotación imperante y sus gobiernos títeres,
con el objetivo de construir un México con mayor libertad y justicia.