Zirahuen Hernández
El modelo de producción económico actual en nuestro país tiene como base la producción de objetos útiles, que sirven para satisfacer las diferentes necesidades de los habitantes de la sociedad, objetos que se les conoce con el nombre de mercancías, todos estos objetos son producidos por la fuerza trabajo de los obreros que venden a los patrones a cambio de un salario. El cúmulo de mercancías constituye la riqueza de quien es propietario de estas mercancías, es decir, la clase patronal o capitalista, esto es posible por ser los propietarios de los medios de producción como son las fábricas y las tierras utilizas en la producción agrícola.
Los patrones difunden entre los trabajadores la idea de que estos deben desempeñar su trabajo con entusiasmo y con esfuerzo porque con ello la empresa tendrá mejores ganancias y sí a la empresa le va bien, al trabajador también le irá mejor, porque patrón y trabajador son dos partes de lo mismo. Pero lo que en la realidad sucede es que los patrones y los trabajadores tienen diferentes intereses. El principal interés de los patrones es obtener la máxima ganancia de sus empresas y para ello le conviene que la jornada de trabajo de los obreros se alargue lo más que se pueda, que el ritmo de trabajo sea intenso y que los salarios pagados a los trabajadores por su fuerza de trabajo sean lo más bajo posible. Por otro lado, a los trabajadores les conviene que la jornada sea lo más corta posible, el ritmo de trabajo no sea extenuante y el salario lo más elevado posible.
Al defender sus respectivos intereses, cada uno por su lado y sin proponérselo, se genera una lucha entre los patrones y los trabajadores y estos hechos no solo suceden en un centro de trabajo sino en todas las empresas industriales de las ciudades y en las empresas agroindustriales en el campo, que estén organizas acorde al modelo capitalista de producción.
Para regular legalmente esta lucha entre la clase patronal y la clase de los trabajadores existe el artículo 123 de la Constitución de donde se deriva la Ley Federal del Trabajo (LFT), en donde se establece, entre otros importantes aspectos, el derecho de los trabajadores a organizarse en sindicatos para defender en forma colectiva sus condiciones de trabajo, mediante la firma de contratos colectivos con las empresas. En la LFT actualmente se establece la existencia y forma de funcionar de los Tribunales Laborales, que deben conocer y resolver las controversias reales y legales que existan entre los factores de la producción, es decir, el capital y el trabajo, y procurar que haya un adecuado y justo equilibrio entre estos factores de la producción para que ello se refleje en una equitativa distribución de la riqueza.
La lucha sindical de los trabajadores en México, hasta los tiempos actuales, no ha sido un medio efectivo para conseguir una justa distribución de la riqueza producida en las empresas, ya que existe una clara tendencia a que la mayor parte de la riqueza se concentre en los bolsillos de la clase minoritaria de los patrones, mientras que la clase mayoritaria, constituida por millones de trabajadores, sufre la pobreza debido a los bajos salarios y a la creciente inflación en los precios de la canasta básica, y la pobreza extrema la sufren los desempleados que se desempeñan en la economía informal.
Para hacer más efectiva la lucha de los trabajadores por obtener mejores condiciones de vida que les permitan construir una sociedad en donde se distribuya mejor la riqueza que se produce con su trabajo, se requiere una organización nacional de todos los trabajadores que resuelva el aislamiento de la lucha acotada que cada sindicato viene dando solamente con su patrón en la empresa en donde labora, solo la unidad, organización y la lucha de la clase trabajadora a nivel nacional hará posible una sociedad más justa.