Libertad Sindical: ¿un cambio verdadero o solo promesas incumplidas?

Erick Alcántara

 

Ya han pasado 6 años desde la reforma laboral de 2019 en nuestro país, que trajo consigo la esperanza de un cambio verdadero que favoreciera realmente a los obreros. Se tenía proyectada una defensa a los productores reales de la economía: los hombres y mujeres que transforman las materias primas en un producto final, que, a donde vayamos podemos observar como mercancías. Esta defensa “proyectada” fue bandera del poder en turno. En cámaras de diputados y senadores se pregonó desde las tribunas que vendrían cambios significativos para la clase trabajadora. Sin embargo, claro está, solo fue campaña política.

Desde mi punto de vista, las cosas no han cambiado mucho, pero aquí la opinión más importante la debe dar la clase obrera, quien vive y sufre, a todo color, los cambios en la economía del país, que no les han favorecido.

Considerando el Derecho del Trabajo como una defensa teórica, describiéndolo como un derecho humano y un deber social, este constituye la base económica del Estado mexicano y representa un tema de seguridad nacional, ya que es fundamental para generar la circulación de la riqueza de manera equitativa entre el capital, representado por los empresarios dueños de los medios de producción, y el trabajo, representado por los obreros dueños de su fuerza de trabajo. Para alcanzar el equilibrio entre el capital y el trabajo, deben establecerse y cumplirse objetivos fundamentales que garanticen una verdadera distribución de la riqueza. Veamos.

Hasta la fecha, se han legitimado 30,536 Contratos Colectivos de Trabajo, de acuerdo con la página del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL). Este ejercicio de democracia para legitimar sus contratos y representación sindical se llevó a cabo solo con el 30% de los trabajadores. Para ello, firman la solicitud de manera cuidadosa, estampando su firma de puño y letra, la cual se presenta ante el CFCRL, junto con datos de la empresa, como el nombre o razón social, dirección del centro de trabajo, objeto de producción, RFC, croquis, Constancia de Situación Fiscal, entre otros. Una vez que el CFCRL realiza la valoración correspondiente, emite un «Aviso de Solicitud de Constancia de Representatividad», mediante el cual los trabajadores y el sindicato dan a conocer su intención de ejercer la Libertad Sindical. Si no existe otro sindicato que desee adherirse a la solicitud, el CFCRL emitirá un documento llamado «Constancia de Representatividad», que permitirá al sindicato promovente representar a los trabajadores ante la empresa y negociar un Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) entre el sindicato, los trabajadores y la empresa.

Una vez que las partes concuerden y acuerden el contenido del CCT, y CFCRL le dé el visto bueno, el contrato deberá ser aprobado por los trabajadores mediante una elección personal, libre y secreta, sin la presencia ni intervención de la patronal. Si el 51% de los trabajadores lo aprueba, se informará al CFCRL para que el contrato sea depositado en sus archivos.

Aparentemente, todo este procedimiento parece ágil y, bajo la vigilancia del CFCRL, no debería existir problema alguno que atente contra la Libertad Sindical. Sin embargo, en la realidad, llevar a cabo estos trámites es un camino pedregoso, marcado por la represión, lo que dificulta que los trabajadores cuenten con el respaldo efectivo del sindicato de su elección. Además, el proceso se complica aún más cuando el patrón se resiste a aceptar sin contratiempos los acuerdos alcanzados. ¿Entonces, cuál es la razón por la que se han logrado tan pocas legitimaciones?

La clase trabajadora podría responder con facilidad a esta pregunta. En las empresas, desde el momento en que se intenta ejercer la libertad sindical, el simple hecho de alzar la voz en la búsqueda de un sindicato que los represente hace que ese obrero bien intencionado sea etiquetado por la empresa como «grillero» y se exponga a ser despedido bajo el pretexto de ser un agitador, tal y como se describe en el libro «Las horas violentas» de Luis Spota.

Hablar sobre el tema sindical entre los trabajadores se hace con mucha cautela, ya que corren el riesgo de poner en peligro sus ingresos familiares. Cuando se da aviso de la solicitud, debe fijarse en un lugar visible dentro del centro de trabajo donde todos los trabajadores lo vean, pero sobre todo para que otro sindicato se adhiera a la solicitud. Inmediatamente, la empresa se dará cuenta de esta acción y será ella quien busque un sindicato afín a sus intereses, o bien, un sindicato de protección que se sume a la lista de los legitimados, pero sin democracia. La patronal, disfrazada de «oveja», mencionará que no se involucra en la libertad sindical, pero será pura demagogia, ya que en las empresas los patrones, si el sindicato no es afín a ellos, simplemente no permitirán que los obreros tengan representación sindical, y comenzarán a despedirlos o golpearán a los líderes genuinos de la búsqueda de la libertad sindical. Como ejemplo, está lo que sucede con los trabajadores de la empresa Distribuidora Moyel S.A. de C.V., División Tejido, en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México.

A pesar de que los trabajadores están llevando a cabo sus procedimientos judiciales para obtener una Constancia de Representatividad por un sindicato en el que confían, es la empresa la que frena el proceso, con la complicidad de las autoridades que buscan resquicios legales para frenar este derecho laboral. A esto se suma la intervención de otros sindicatos, que, con autorización de la patronal, han asumido el control de los trabajadores, incluso desplazando al sindicato vigente. Este sindicato usurpador ha rodeado la empresa con golpeadores en cada esquina para vigilar que nadie se acerque y evitar que los trabajadores se reúnan al salir de su jornada laboral.

Ejemplos como estos hay muchos, pero en las redes sociales y medios de comunicación jamás se dirá la verdad, ya sea por estar al servicio de los poderosos, por recibir dadivas o por temor a ser reprimidos. No queda más que seguir con una pluma firme que escriba las vivencias de miles de trabajadores que sufren la opresión a la libertad sindical, hasta que se logre la unificación y la organización de la clase obrera bajo una sola dirección ideológica y de acción. Mientras tanto, a pesar de los obstáculos y resistencias, los trabajadores debemos mantenernos unidos, organizados y en pie de lucha en defensa de nuestro legítimo derecho a la libre sindicalización.

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