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Los albañiles en grave desempleo y los soldados empuñan la pala

 

Ernesto Acolmixtli

Un
gremio olvidado que ha sufrido siempre sobreexplotación por los capitales
nacionales y extranjeros son los albañiles. Sabemos de poderosas empresas de la
construcción que han amasado inmensas fortunas gracias a la fuerza de trabajo
de estos obreros; y para poner un solo ejemplo tenemos al Consorcio de
Ingenieros Constructores y Consultores, S.A. de C.V.
(CICSA) de Carlos
Slim, que es una empresa con un capital que vale miles de millones de dólares y
es ampliamente rentable.

Para
darnos una idea de la importancia de esta actividad económica y de la
importancia que tienen los albañiles en México, podemos decir que esta rama
industrial contrató en 2018, antes del gobierno de López Obrador, 6.1 millones
de trabajadores directos y casi 3 millones de empleos indirectos, según el
Centro de Estudios Económicos del Sector de la Construcción (CEESCO), aportando,
como ramo industrial, el 8.1 por ciento del Producto Interno Bruto Nacional.

La
enorme rentabilidad de este sector económico se explica por los bajos salarios
y las pésimas condiciones laborales que los patrones imponen a los albañiles.
De los poco más de 6 millones de trabajadores de la construcción que hay en el
país, 3.8 millones, en 2021, ganan entre uno y dos salarios mínimos al día, es
decir, entre 140 y 280 pesos diarios. De ese mismo número de trabajadores, 4.5
millones no tienen Seguro Social, corriendo a su suerte su atención médica y
sin generar derecho de pensión laboral para su vejez. Además, millones de ellos
nunca reciben utilidades, ni aguinaldo y no conocen las vacaciones porque si no
trabajan, no comen.

Así
los dejaron los gobiernos del PRI  y del
PAN, pero ¿cómo los ha tratado López Obrador y la Cuarta Transformación? Mal,
muy mal, los ha golpeado más que los gobiernos anteriores.                                                                                

Para
empezar, el  fanatismo ideológico de AMLO
asestó a los albañiles el primer golpe a pocos días de iniciado su gobierno, al
cancelar proyectos de construcción importantes, entre ellos el Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México o la ampliación del Puerto de Veracruz que
comenzaron  los empresarios con Peña
Nieto. De esas obras dependían decenas de miles de obreros de la construcción
por varios años, sin embargo, a López Obrador no le importó despedirlos,
simplemente cerró esas fuentes de empleo y los lanzó a la calle. Después, les
dio otro golpazo durante todo el 2019 cuando redujo drásticamente la inversión
federal en obra pública en un 27 por ciento para construcción e infraestructura,
cancelando el trabajo de cerca de dos millones de albañiles que vivían de la
obra federal.

De los
6.1 millones de albañiles que trabajaron hasta finales del 2018, ya en el
gobierno de López Obrador, solo encontraron trabajo 4.3 millones, perdiendo el
gobierno de AMLO 1 millón 800 mil empleos antes de la pandemia, según el INEGI;
y también bajó el número de albañiles inscritos en el IMSS, pues 300 mil ya no
contrataron Seguro Social en 2019.

Durante
todo el 2020 el gobierno morenista invirtió fundamentalmente en tres obras para
crear, cuando mucho, 100 mil empleos de construcción como lo anunciara el
propio Presidente: 80 mil del Tren Maya, 5 mil en Dos Bocas y 15 mil en el
aeropuerto de Santa Lucia, nada, en comparación con los casi dos millones de
empleo que destruyó.

Según
el dirigente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC),
Francisco Solares Alemán, la desconfianza en el Gobierno ha frenado la
inversión privada en el sector de la construcción en México, por lo que la
Cámara urgió a dar certidumbre a la inversión haciendo prevalecer el Estado de
Derecho para que fluyan obras y haya una reactivación de la economía. Esta actitud
irresponsable del Gobierno y la reducción del gasto público en el ramo provocó
otro 10 por ciento de disminución en la actividad de la construcción y  profundizó la crisis en el ramo causando una
pérdida de 400 mil empleos más en lo que va del año y que se suman a los 2
millones ya perdidos. Se dice fácil, pero representa que una gran masa de
mexicanos no tenga resuelto el sostenimiento de su familia y significa hambre y
más pobreza que no ve, ni siente, Andrés Manuel 
López Obrador.

Para
coronar la irracionalidad morenista en la política laboral  de la rama de la construcción se les quitaron
a los albañiles más puestos de trabajo, al obligar a los soldados del Ejército
mexicano y de las fuerzas armadas a dejar su fusil para empuñar la honrosa
cuchara de trabajo del albañil en los proyectos de gobierno, que, según
especialistas, serán un fracaso en sus resultados, pero que el capricho del
Presidente los va a “consolidar”. Más de 10 mil soldados han dejado las armas y
su tarea principal de custodiar la seguridad de la patria, asignados por López
Obrador y los Generales que se pliegan a sus caprichos, para dedicarse a la
construcción de los Bancos del Bienestar, los cuarteles de la Guardia Nacional,
el Aeropuerto de Santa Lucía, la Refinería Dos Bocas, parte del Tren Maya,
obras federales que el Ejército está desarrollando y que desplazan a otros
tantos miles de albañiles, aumentando el gran desempleo que ya sufren nuestros
laboriosos y sacrificados trabajadores. Un golpe tras otro en la arbitraria
política morenista.

No
sobra decir que los albañiles han construido la patria con sus manos a lo largo
de nuestra historia: edificios, puertos, aeropuertos, puentes, presas, acueductos,
millones de hogares, toda la estructura física del país ha sido levantada con
el sudor de estos trabajadores y siguen en la miseria, millones de ellos no
tienen casa propia, siendo los edificadores de México por Derecho Propio. Nadie
les ha dado su lugar en la actividad productiva del país mejorando sus
condiciones de vida y López Obrador los está lastimando más que nunca. Esa es
la verdad.

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