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Falso Gobierno

Los desastres retratan la política antipopular de la 4T

Rosa Espinoza

El fin del sexenio estuvo marcado por eventos de gran magnitud, con repercusiones profundas en la vida de los mexicanos, pero son eventos que no tienen que ver con el bienestar de la población, por el contrario, son hechos que constituyen verdaderas tragedias para miles de seres humanos, a saber: la ola de violencia en Sinaloa y la estela de destrucción que dejó a su paso por el estado de Guerrero el huracán “Jhon”.

La ola de violencia que azota a los sinaloenses aterroriza a la población, afecta la economía del estado, el comercio, el transporte, las escuelas, en general la vida cotidiana de la población ha sido trastocada por la incursión del crimen organizado, han sufrido los embates de los enfrentamientos entre grupos de la delincuencia organizada, y el Gobierno federal ha sido incapaz de frenar estos hechos violentos. Según el expresidente Andrés Manuel López Obrador el conflicto no tiene la mayor importancia, para él es una exageración de los medios de comunicación y se suscitó a raíz de una pugna interna del Cártel de Sinaloa tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, lo que ha provocado la escalada de violencia en Culiacán; por su parte, la actual presidenta Claudia Sheinbaum también considera que el conflicto en Sinaloa es mínimo y, según declaró, la situación está peor en Guanajuato.

Según informa el diario El Financiero este sábado 5 de octubre el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, se reunió en la Ciudad de México con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, para abordar la problemática de la violencia en Sinaloa, que ha dejado un saldo de más de 150  homicidios dolosos, 195 privaciones de la libertad y 218 robos o despojos  de vehículos. La violencia en el estado no cesa desde el pasado 9 de septiembre, siguen perpetrándose enfrentamientos y no solo entre grupos delincuenciales, sino que últimamente los enfrentamientos también se han generado con las fuerzas armadas del país.

Claramente se ve que la política implementada por el gobierno de la 4T se revela en los hechos como una política pública totalmente ineficiente, equívoca y retardada, en una palabra, inservible para garantizar la seguridad de los ciudadanos, la política de “abrazos no balazos” devino en un permiso de facto para que delincuencia organizada cometa crímenes a diestra y siniestra.

La violencia en Sinaloa no parece tener fin en el corto plazo y afecta todas las áreas de la vida pública, la economía, la seguridad y la educación, por mencionar sólo algunas, pero es evidente que la ola de violencia en Sinaloa ha trastocado la paz y el orden social en el estado. No obstante, este flagelo se cierne sobre todo el país.

Por otra parte, el desastre que “Jhon” ha dejado en Guerrero es, en efecto, un desastre natural de proporciones catastróficas, según el informe de la titular de Protección Civil los damnificados por el huracán “Jhon” ascienden a más de 15 mil guerrerenses y los municipios más afectados fueron 29 de 85 que tiene aquella entidad, entre los que destaca Acapulco que nuevamente vuelve a sufrir los estragos de otro huracán, recordar que hace un año “Otis” devastó Acapulco y otros municipios del estado, sin reponerse todavía de aquella tragedia ahora sufren nuevamente la falta de un plan de reordenamiento urbano y de apoyo a la población vulnerable ante desastres naturales.

Pudiera decirse que ambos fenómenos, tanto la ola de violencia en Sinaloa como el desastre natural provocado por el huracán “Jhon” en Guerrero, nada tienen de común, son dos fenómenos distintos, que obedecen a causas totalmente diferentes, pero bien vistas las cosas, no es así, en realidad lo que ambos tienen en común es la política errada del gobierno de la Cuarta Transformación, en ambos casos la causa que subyace es la ausencia total de un plan bien sustentado de atención a la población más vulnerable, tiene que ver con la política neoliberal del gobierno de la 4T.

Desde que López Obrador llegó a la presidencia de la república dijo que acabaría con los gobiernos neoliberales que lo habían precedido, echó la culpa de todos los males de la sociedad mexicana al neoliberalismo, pero esto solo fue en el discurso porque en los hechos el neoliberalismo sigue rigiendo la economía mexicana y en el sexenio que acaba de concluir solo se perfeccionó pues uno de los principales postulados de esta teoría económica es la necesidad de recortar el presupuesto a la obra social, la disminución drástica de los programas de infraestructura, lo que en efecto sucedió en el gobierno de AMLO pues se recortó el presupuesto de todas los programas de gobierno para la obra pública, se disminuyó el presupuesto para los caminos y carreteras que manejaba la Secretaria de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT); se eliminó el Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN), entre otros fideicomisos que constituían programas de obra pública, solo por dar algunos ejemplos.

Así se explica que no haya programas de vivienda que permitan que la población más necesitada pueda resolver esta carencia sin tener que recurrir a buscar vivienda en lugares con alto riesgo de catástrofes naturales, tampoco hay presupuesto para un adecuado reordenamiento  urbano, no hay un programa de vivienda acorde a las necesidades de la creciente población mexicana; en fin, la falta de vivienda, de caminos adecuados, la falta de empleos dignos y bien remunerados y la pobreza son, en buena medida, la causa de que no se pueda hacer frente a la devastación que causan los huracanes como el paso de “Jhon” y “Otis” por el estado de Guerrero.

Pues bien, también este esquema neoliberal del gobierno de la 4T es el origen de los problemas de la inseguridad en el país, de la creciente violencia no solo en Sinaloa sino en todo el país, pues la pobreza, la falta de empleos bien remunerados y la ausencia de programas de vivienda y de obra pública son la causa de fondo que permite que el crimen organizado crezca y se desarrolle en esta sociedad, pues la población se involucra por necesidad, además si el gobierno lo permite implícitamente con esa consigna de “abrazos no balazos”, está claro que no habrá freno a la violencia en México. Este sexenio que concluye superó a sus antecesores en el número de homicidios dolosos que casi alcanza los 200 mil.

Dos sucesos en apariencia muy distintos, uno es un desastre natural y el otro un desastre social, pero ambos han cobrado la vida de miles de seres humanos y mantiene en la zozobra a todos los mexicanos, repetimos que el origen de ambos eventos tiene que ver con la equivocada política del gobierno neoliberal de la 4T, tanto en materia de seguridad como en el tema de los desastres naturales.

El pueblo trabajador debe aprender a distinguir estos fenómenos, también debe concluir que mientras no se organice, luche en defensa de sus intereses y tome el poder político en sus manos, seguirá dependiendo de impostores que se dicen de izquierda cuando en realidad son los peores enemigos del pueblo, y mientras siga creyendo en falsos redentores, las tragedias seguirán ocurriendo.

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