Humberto Castro
El pasado 29 de agosto de 2024 fue publicado un desplegado en el diario El Universal para dar a conocer la constitución de una nueva central obrera, la Asociación General de las y los Trabajadores (AGT).
A decir de sus promotores principales, el dirigente de los telefonistas Francisco Hernández Juárez y el dirigente del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia, se trata de crear una gran central obrera “con la intención de revivir y relanzar el movimiento obrero nacional” (CCO Noticias), la central obrera deberá estar integrada “por sindicatos de todas las corrientes y con una importante representación de trabajadores del país”. Se trata, dijeron, de “consolidar y fortalecer la defensa de los derechos laborales […] coordinar los esfuerzos de los sindicatos en la promoción de mejores condiciones laborales y de vida y por la reivindicación de los derechos humanos y laborales […] por la dignidad y el derecho al trabajo sin discriminación […] practicando un sindicalismo auténtico, democrático y propositivo” (Mundo Gremial, 29 de agosto de 2024). En los anuncios previos hablaban de integrar a más de 15 organizaciones, sin embargo, no sucedió así.
Apenas se iba a realizar la reunión constitutiva y algunas de las organizaciones sindicales más representativas abandonaron el proyecto. El diario El Economista del 27 de agosto de 2024 tituló así la nota informativa: “Lanzan nueva central y ya tienen desbandada: se bajan pilotos, Seguro Social y CTM” y como subtítulo agregó “las organizaciones que salieron confirman el 75% de la membresía de la central, pues el SNTSS tiene alrededor de 600,000 trabajadores” y el propio líder de los telefonistas destacó que la CTM cuenta con la mayoría de contratos firmados ante el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL); según la misma nota sólo se quedaron dentro de la nueva central el Sindicato de Telefonistas, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), el Sindicato de Trabajadores de la UNAM, la Confederación de Obreros y Campesinos y Empleados de México (COCEM) y los Mineros que lidera Napoleón Gómez Urrutia. No hubo pues una nueva central obrera con amplia representación sindical.
La explicación a la formación de esa nueva central, desde nuestro punto de vista, lleva en el fondo la intención de llenar un espacio que sus promotores consideran que hasta la fecha no se ha llenado y consiste en que, con el arribo al poder del actual partido gobernante, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) no cuenta con una central mediante la cual pueda tener un control de la clase obrera mexicana y, oportunistas como son, los fundadores de la nueva central ven que ese momento, que esa coyuntura la pueden aprovechar para sus intereses. Varios intentos han realizado algunos actores sindicales, uno de ellos es sin duda Pedro Haces Barba al constituir la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), pero es poca la representación que tiene entre los obreros; otro intento lo realizó Napoleón Gómez quien constituyó la Central Internacional de Trabajadores (CIT), pero también con poca presencia entre los trabajadores, salvo el sector minero donde tiene un poco más de representatividad. Unos años antes, con tres sindicatos, ya el líder telefonista había fundado la Unión Nacional de Trabajadores (UNT). Más oportunistamente, porque hasta hace poco eran declaradas priistas, la CROC y la CROM han comenzado a coquetear con Morena.
Pero tal parece que no son del todo bien vistos por el aparato de poder los que ahora dirigirán la nueva central. El portal Lado mx, del 29 de agosto, con motivo de la formación de la nueva central tituló su nota de la siguiente manera: “Caciques” y “Charros” arman nueva Central Obrera y en la misma señaló que la dirección colegiada será integrada por Francisco Hernández Juárez, con más de 35 años (más de 45, agregamos nosotros) al frente de los telefonistas, Isaías González de la CROC con más de 30 años en la dirigencia, Napoleón Gómez “heredero” del sindicato minero con más de 30 años al frente y Rodolfo González líder de la CROM “que navega para donde más conviene a sus intereses”.
Por su parte, Arturo Alcalde Justiniani, uno de los abogados que asesoraron en materia laboral al gobierno morenista, también les advirtió: “si se pretende crear una nueva organización es importante que no se reproduzcan las formas corporativas, en donde la supuesta unidad no es consultada con los trabajadores, en el pasado han fracasado porque éstas sólo buscan interlocución con el gobierno con un pliego petitorio tradicional o incrementar el poder de los líderes, sin ningún beneficio para los trabajadores”.
Tal como lo suponen algunos de los que han declarado, poco se puede esperar de líderes corrompidos durante décadas que se han enriquecido a costillas de los trabajadores y que más bien se han dedicado a controlarlos y no a encabezarlos en la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo. Se han dedicado a proteger a las empresas muchas veces sirviendo de orejas al servicio del patrón para que despida a los trabajadores más inconformes o utilizando hasta la violencia para impedir que los obreros escojan libremente al sindicato que los represente. Son “charros” porque han utilizado mil trampas y estrategias para mantenerse en el poder indefinidamente y porque en sus sindicatos no se practica la democracia, no se practica la participación libre de los trabajadores. Es obvio entonces que la idea de formar una nueva central fue un acuerdo cupular.
La clase trabajadora necesita unidad y una organización sindical que la represente genuinamente, pero tendrá que ser una organización con líderes limpios, honrados, conocedores de sus intereses inmediatos y de largo plazo, que encabecen sus luchas y que no lleven a los trabajadores a enchufarse con el poder. La clase obrera mexicana ya tiene la experiencia negativa de haber pactado con el gobierno desde los tiempos de la Casa del Obrero Mundial y posteriormente con el pacto realizado con el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río y con todos “los gobiernos de la revolución”. El resultado es que hasta la fecha la clase obrera solo ha sido utilizada en favor de los ricos, en favor de la concentración de la riqueza en unos cuantos individuos. Por tanto, no debe incurrir en el mismo error, nada de someterse otra vez al gobierno que sirve a los patrones. Una organización verdaderamente comprometida con los trabajadores debe ser auténticamente independiente de este gobierno.
Por las características con que surge la nueva central desde ahora podemos prever que su creación no beneficiará a la clase trabajadora de México.
Pero hay que tener presente, además, que la fuerza laboral de México no necesita solo una organización sindical que luche por sus intereses económicos inmediatos y mediatos, la clase obrera necesita también construir un partido político que encabece sus luchas por una verdadera transformación social, que luche por un cambio de la clase en el poder. Hasta la fecha gobiernos van y gobiernos vienen y todos siguen trabajando para que los ricos se hagan más ricos y los trabajadores sigan con carencias de todo tipo. Eso significa que quienes nos han gobernado siguen estando a favor del capital, a favor del enriquecimiento de unas cuantas familias, es decir, que el gobierno en este país está controlado por los ricos, aunque los que llegan digan de palabra que “están con el pueblo”.
Tenemos que preguntarnos una y otra vez ¿la vida siempre debe ser así?, ¿por los siglos de los siglos?, ¿está bien que unos trabajen hasta reventar y vivan siempre con necesidades mientras otros concentren cada vez más riqueza y gocen disfrutando del trabajo ajeno?, ¿eso heredaremos a nuestros hijos?
Solo recordemos que el gobierno que está por terminar fue ampliamente reconocido y hasta motivo de presunción del propio presidente por el hecho de que los más ricos no solo no perdieron su poder económico sino que duplicaron y hasta triplicaron sus ganancias en este sexenio. ¿Es eso justo?