Ricardo Torres
Sin lugar a dudas, el encuentro de vuelta entre el Cruz Azul y el América resultó ser un partidazo de fútbol. Una final adelantada.
La Máquina del Cruz Azul fue el mejor equipo del torneo de apertura 2024 de la Liga MX: ganó 13 de 17 partidos, empató tres y perdió solo uno, anotó 39 goles y recibió 12, obtuvo 42 de 51 puntos disputados, en consecuencia, era el equipo favorito para obtener merecidamente la copa de campeón del torneo. Pero los cementeros aún tenían que ganar la última etapa de la liguilla que se juega entre los ocho mejores equipos finalistas.
Por su parte, el equipo de Las Águilas del América, ganador consecutivo de los dos anteriores torneos regulares, concluyó este último torneo con un mal desempeño: ganó 8 de 17 partidos, empató tres y perdió seis, anotó 27 goles y recibió 21, y obtuvo 27 de 51 puntos disputados, incluso, para llegar a la liguilla el equipo canario tuvo que disputar su lugar en eliminatoria de repechaje (play-in).
Ya en la liguilla, los cementeros lograron pasar a semifinales después de remontar un marcador adverso de 0-3 que favorecía a Los Xolos de Tijuana quienes realizaron un excelente juego de ida en su estadio, sin embargo, en la vuelta, La Máquina en su casa logró ganarle 3-0 a Xolos y por su posición en la tabla, al ser el mejor equipo del torneo, el empate favoreció automáticamente a los celestes. Las Águilas llegaban a semifinales después de vencer al Toluca (segundo mejor equipo del torneo) con un contundente marcador global de 4-0, dos goles en la ida y dos en la vuelta.
Desde hace ya varios años en la Liga MX, este clásico joven entre Cruz Azul y América ha tenido encuentros memorables como lo fue, por ejemplo, aquella final de 2013, donde La Máquina venía de ganar 1-0 a Las Águilas en el partido de ida, y en el de vuelta ganaba 1-0, es decir, llevaba una diferencia de dos goles faltando tan solo unos minutos para que terminara el encuentro. Sin embargo, faltado dos minutos, Aquivaldo Mosquera, delantero de los canarios, anotaba un gol de cabeza y, minutos después, en los últimos segundos del tiempo de compensación, el portero del América, Moisés Muñoz, en un tiro de esquina se dirigió hasta el área contraria para anotar de cabeza un agónico gol que empataba el encuentro con un marcador global de 2-2. En los tiros penales el América se impuso sobre el Cruz Azul. O la reciente final del torneo de clausura 2024, celebrada el 26 de mayo, donde Las Águilas vencieron 1-0 a La Máquina obteniendo así su bicampeonato.
Estos y muchos otros encuentros en el pasado han abonado a la historia de esta vieja rivalidad deportiva, el clásico joven contiene ingredientes adicionales que, en esta semifinal del torneo de apertura 2024, lo hacían perfilarse como un apetitoso encuentro de fútbol.
Los celestes y los canarios se enfrentaban nuevamente. Sin embargo, el partido de ida de la semifinal lo empataron 0-0, en un juego cerrado, gris, con planteamientos más defensivos que ofensivos, donde ambos equipos dejaron mucho que desear. Todo se resolvería entonces en el partido de vuelta, en donde un nuevo empate le daría al Cruz Azul su pase a la final, por tanto, el América estaba obligado a irse a la ofensiva para vencerlo en el marcador.
Inició el partido de vuelta. En los primeros minutos del primer tiempo, América anotó el 1-0 gracias a Alejandro Zendejas. El delantero recibió un pase corto en los linderos del área cementera, hizo un buen control del balón y cruzó su disparo de zurda, potente y raso, cerca de la base del poste para vencer al arquero colombiano Kevin Mier. Los aficionados cementeros en el estadio de la Ciudad de los Deportes enmudecieron y aunque su equipo intentó anotar el gol del empate, durante el primer tiempo no lo lograron.
En el segundo tiempo, La Máquina entró con todo para remontar el marcador, pero llegó un inesperado golazo de Richard Sánchez. En el minuto 49, los cementeros intentaban salir de su cancha con pelota dominada, Gonzalo Piovi le envía un pase impreciso a Carlos Rotondi quien se ve forzado a recuperar el balón para evitar que saliera del campo, pierde el control de la pelota y en ese momento el mediocampista paraguayo, Richard Sánchez, aprovecha el error y de inmediato, sabiendo que el arqueo cementero Kevin Mier estaba fuera de su área, casi desde media cancha lo sorprende enviando un elevado, largo y certero disparo que llegó justo a las redes de la meta celeste. ¡Un golazo! Era el 2-0 en favor de los americanistas.
Las Águilas ya se sentían ganadoras. Pero los cementeros se fueron a la ofensiva y en el minuto 68, en un pase exacto de Piovi a Ignacio Rivero, en el corazón del área americanista, Rivero, con una gran técnica baja el balón con el pecho y ante la salida de arquero americanista, Luis Ángel Malagón, se lo toca suave por encima para anotar el gol. ¡Otro golazo! Despertaba la esperanza cementera. Era el 2-1 y los celestes sabían que consiguiendo el empate pasarían a la final: la afición del Cruz Azul se encendió y alentaba a su equipo.
Pero de inmediato, en el minuto 71, en un tiro de esquina en favor del América, cabecea el central Ramón Juárez y anota, era el 3-1 en favor de los canarios: una cubetada de agua fría para los cementeros. La afición americanista saboreaba el triunfo y la afición cementera, desconcertada, comenzaba a resignarse a la derrota. Pero al minuto 79, Jorge Sánchez centra el balón al área americanista y Gabriel Fernández anota de cabeza, era el 3-2 y de nueva cuenta el Cruz Azul estaba a un gol del empate que le permitiría pasar a la final. Revivía el ánimo de la afición y del conjunto celeste.
El encuentro se tornó dramático, ambos equipos exponiendo un enorme esfuerzo y buen fútbol. Llegó, a mi juicio, el momento sublime del partido: al minuto 85, un pase al centro del área es rechazado de cabeza por la defensa americanista, la pelota viaja en el aire hacia afuera del área grande y así, de volea, con una técnica impresionante, la prende el joven Amaury Morales para cruzarla y colocarla justo en el ángulo izquierdo de la cabaña de Malagón que se quedó inmóvil sin poder hacer absolutamente nada frente a tremendo golazo. ¡Otro más! Quizá el mejor gol del encuentro. De esta manera, el anhelado empate del Cruz Azul había llegado. Los americanistas no podían creerlo. Alegría y desconcierto en la cancha y en las tribunas: el estadio era la locura. Con este marcador los celestes le cobraban revancha a su histórico rival y pasaban a la final del torneo mexicano. Un resultado de ensueño para resarcir las heridas que los celestes y su noble afición han sufrido durante mucho tiempo.
Pero apenas dos minutos después, cuando la hazaña de La Máquina parecía consumada, al minuto 87 vendría una jugada polémica en donde, dentro del área celeste, en llegada de peligro, Rotondi se recarga sobre el costado de Erick Sánchez que cae al césped y el árbitro marca la pena máxima. La pasión estaba desbordada. Finalmente, Rodrigo Aguirre cobra el penal y anota el cuarto gol de los canarios. América vencía al Cruz Azul con un marcador de 4-3 y pasaba a la final del fútbol mexicano.
Sin duda, un partidazo de fútbol que deja un buen sabor de boca, emocionante y bien jugado, con goles de antología; una final adelantada que quedó muy por encima del desangelado y frío encuentro entre América y Monterrey donde Las Águilas vencieron a Los Rayados por marcador global de 3-2 para obtener su tercer campeonato consecutivo.
Lo bueno, la práctica del deporte y la calidad individual y colectiva exhibida por los jugadores; lo malo, la manipulación social y el manejo empresarial de este noble deporte; lo feo, el abrumador e incesante bombardeo comercial que los patrocinadores imponen en favor de su mercado de consumo.