Sergio Cadena
El 5 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en el vecino país del norte. Donald Trump, candidato del partido republicano aspira, por segunda vez, a ser el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, mientras que Kamala Harris, candidata del partido demócrata, desea convertirse en la primera mujer que ocupe la presidencia del otrora país más poderoso del mundo.
Se dice que la línea política de esta última es mucho más guerrerista que el “brabucón” de Trump: mientras el estilo de este último es la agresión verbal, el de los últimos demócratas que han llegado a la presidencia es pasar a los hechos sin decir “agua va”.
Sin embargo, la diferencia entre ambos bandos es única y exclusivamente de matices. No hay una diferencia esencial. El contenido es el mismo, solo la forma es diferente. Un modo de demostrar lo anterior es recordando que en todas las invasiones que han realizado los imperialistas yankees, han estado involucrados, de manera indistinta, demócratas y republicanos. Y en todas ellas han actuado sin ningún escrúpulo humanitario y defendiendo como mastines los intereses del capital.
Otra forma de comprobar que son lo mismo consiste en revisar qué personajes están financiando sus campañas. Resulta que, a Trump, según la revista Forbes, lo apoyan 50 multimillonarios, mientras que a Kamala la están financiando 81. Por su puesto que todos los donantes no solo esperan recuperar lo aportado, sino mucho más. Al primero lo apoyan magnates como Elon Musk, considerado en la actualidad como el hombre más rico del mundo. A ella la están financiando millonetas como Bill Gates, entre otros tantos. Podemos inferir que, seguramente, ambos candidatos están acordando compromisos muy fuertes e irreversibles en caso de ganar. Y, por lo mismo, los dos están comprometiéndose irremediablemente, hasta la médula, con el gran capital.
El espacio limitado no permite seguir exponiendo otras formas que nos llevarían a la misma conclusión: gane quien gane no habrá cambios esenciales en la política exterior: seguirán dando “patadas de ahogado” ante la inminente caída del imperialismo yankee como dueño absoluto del mundo frente al surgimiento de un nuevo orden multipolar.
En el hipotético caso de que Trump ganara y cumpliera algunas de sus promesas de campaña como, por ejemplo, el poner fin a la guerra en Ucrania o desmantelar a la OTAN, se tendría que operar un cambio de táctica en el modo de actuar del imperialismo, pero la estrategia seguiría siendo la misma: recuperar el dominio y control del mundo para seguir explotándolo, como hace apenas tres décadas, cuando después de la caída del bloque socialista, quedó como único amo y señor del mundo entero.
No nos engañemos, el “teatro” de la democracia burguesa que se exhibirá a nivel mundial este 5 de noviembre, solo servirá para legitimar, una vez más, la dictadura del capital. Mientras tanto, en lo inmediato, el proletariado de México y el mundo entero debe luchar de manera multifacética y con todos los medios a su alcance para contribuir a que termine de nacer el nuevo orden multipolar. Que así sea.