César Espinosa
La historia del sindicalismo en México es rica y compleja, marcada por su estrecha relación con los cambios políticos y económicos del país. El movimiento sindical mexicano ha jugado un papel crucial en la lucha por los derechos laborales y ha influido significativamente en la política y sociedad mexicana. Tiene sus orígenes en la etapa prerrevolucionaria (antes de 1910) donde existían formas incipientes de organización laboral, como las mutualidades y los círculos obreros, que eran más bien agrupaciones de ayuda mutua que sindicatos en el sentido moderno.
Ya adentrados en Revolución Mexicana (1910-1917) surge un periodo crucial para el sindicalismo en México. Los trabajadores participaron activamente en la lucha y sus demandas laborales se incorporaron en la Constitución de 1917, nace el artículo 123 que estableció derechos laborales fundamentales, incluyendo el derecho de huelga, la jornada de trabajo de 8 horas y el establecimiento de un salario mínimo.
Para la consolidación e institucionalización del Movimiento Obrero existieron acontecimientos en la etapa posrevolucionaria donde el movimiento sindical comenzó a organizarse y ganar fuerza. Se fundaron importantes federaciones y confederaciones, como la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), en 1918, y, más tarde, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), en 1936, que jugaron un papel fundamental en la consolidación del sindicalismo institucionalizado en México. La CTM, en particular, estableció una relación cercana con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que dominó la política mexicana durante la mayor parte del siglo XX.
En la presidencia de Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) se vivió un periodo notable por el fuerte apoyo gubernamental al movimiento sindical. Cárdenas promovió reformas que fortalecieron los sindicatos y mejoraron las condiciones laborales de los trabajadores, incluyendo la expropiación petrolera de 1938, que tuvo el apoyo masivo de los trabajadores organizados.
También surgieron conflictos y cambios sociales, el Movimiento Estudiantil de 1968 fue el reflejó de un descontento más amplio con el sistema político mexicano, incluyendo sus relaciones laborales. La represión del movimiento marcó el inicio de un periodo más conflictivo para el sindicalismo en México. Posteriormente en los años de 1980 y 1990 existió una marcada crisis económica, la implementación de políticas neoliberales y la apertura comercial. Estos cambios tuvieron un impacto significativo en el sindicalismo mexicano, con una presión creciente para implementar la flexibilización laboral y una disminución del poder de los sindicatos tradicionales.
Ya en el Siglo XXI, los sindicatos en México enfrentan nuevos desafíos y oportunidades. La globalización, los cambios en la estructura económica y las demandas de mayor democracia sindical han llevado a la aparición de nuevos movimientos sindicales independientes y a la reforma de las leyes laborales para promover mayor transparencia y democracia en la organización sindical.
La historia del sindicalismo en México es un reflejo de la lucha por la justicia laboral y social en nuestro país, así como de los desafíos de adaptarse a un mundo en constante cambio. Aunque los sindicatos han enfrentado críticas por su relación con el poder político y por casos de corrupción, el auténtico sindicalismo sigue siendo actor fundamental en la defensa de los derechos de los trabajadores en México.
En este sentido, la Confederación Revolucionaria de Trabajadores aparece como una alternativa para el estudio, mejoramiento y defensa de los intereses comunes de los trabajadores y empleados miembros que lo integran, pugnando por elevar las condiciones de vida de los mismos, en lo económico, social y cultural.