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Jornada Laboral

Sobre la jornada laboral de 40 horas

Ricardo Torres

Desde la promulgación de la Constitución de 1917, la jornada laboral máxima de 48 horas no ha sido modificada. Después de un siglo de capitalismo en México, los grandes consorcios empresariales siguen acumulando y acrecentando significativamente su riqueza a costa de la fuerza de trabajo de la clase obrera mexicana; el desarrollo de la planta productiva y los avances tecnológicos han permitido un importante aumento de la productividad en nuestro país, cierto, pero solo en beneficio de la clase dominante.

En este sentido, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a través de la Recomendación 116, emitida desde 1962, ha promovido la reducción de la jornada laboral a un máximo de 40 horas semanales, instado a los países a avanzar hacia este objetivo, argumentando que jornadas laborales más cortas tienden a mejorar la productividad, reducir el estrés laboral y fomentar un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional.

Sin embargo, desde hace tiempo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico​ (OCDE) ha informado que México es el país miembro de dicho organismo donde el trabajador destina más tiempo a la actividad laboral, con más de 2 mil 207 horas anuales, cerca de 500 horas más que el promedio en las naciones que conforman la OCDE que es de 1,742 horas anuales. Mientras que, por ejemplo, en Alemania los trabajadores laboran 1,341 horas anuales, en Dinamarca 1,372 y en Países Bajos (Holanda) 1,472 horas.

En este marco, en 2023, el gobierno morenista promovió una iniciativa para reformar el artículo 123 de la Constitución, con el objetivo de reducir la jornada laboral semanal de 48 a 40 horas. Sin embargo, se trató solo de un espejismo. A pesar de ser aprobada en comisiones por la Cámara de Diputados, dicha iniciativa quedó congelada hasta no ser aprobada por la clase empresarial.

Aunque existió un dictamen en la legislatura anterior, éste fue desechado al concluir el periodo de sesiones, por lo que el proyecto tendrá que iniciar desde el principio. Ricardo Monreal, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena en la LXVI Legislatura, declaró que, al término de la pasada legislatura, “todas las iniciativas no aprobadas fueron desechadas” lo que significa que el dictamen para reducir la jornada laboral fue desechado, por lo que deberá presentarse una nueva iniciativa.

La mayoría de los empresarios se resisten a aceptar esta reforma y plantean que su aplicación debe ser gradual ya que necesariamente debe ir acompañada de un incremento en la productividad, por lo que requerirán invertir en investigación, capacitación y tecnología. Con la reforma, dicen, los trabajadores verían recortada la jornada laboral, pero deberán asegurar un incremento en la productividad. Es decir, trabajarán menos tiempo a cambio de un aumento en la producción. Además, agregan que “habrá sectores en los que no se pueda implementar la reforma. Las empresas grandes que tienen mayor productividad, tal vez podrían contratar más trabajadores, o simplemente reducir la jornada de trabajo; no obstante, habría casos en los que esto no sería posible, como las pequeñas y medianas empresas”.

Para garantizar su margen de ganancias, la micro, pequeña y mediana empresa (mipymes) que, según el Inegi, conforman más del 90 por ciento de las empresas en el país, quedarían orilladas a incrementar el precio de sus productos o servicios, a fin de cubrir el pago de sus empleados y la operación de sus negocios. Hecho que inevitablemente provocaría un proceso inflacionario.

En contraparte, Carlos Slim, el hombre más rico de México y uno de los hombres más ricos del mundo, propuso un cambio en la forma de trabajar, sugirió una jornada de trabajo de 36 horas a la semana, distribuidas en tres días con turnos de 12 horas, además de retrasar la edad de jubilación hasta los 75 años. Según el magnate, este cambio ayudaría a mejorar la productividad de las empresas gracias a la implementación de tecnología avanzada, como la inteligencia artificial. “Trabajar menos días, pero más horas, es una fórmula que optimizará el uso de los recursos tecnológicos y humanos”.

No obstante, aunque en algunos aspectos la propuesta de Slim podría sonar atractiva, muchos estudios han señalado que las jornadas de 12 horas pueden tener efectos negativos sobre la productividad, ya que trabajar jornadas tan largas puede llevar al agotamiento físico y mental, lo que podría afectar la eficiencia y la calidad del trabajo realizado. Además, muchos empleos requieren un esfuerzo físico considerable que una persona de mayor edad, al retrasar la edad de jubilación hasta los 75 años, podría no estar en condiciones de realizar. Esto podría generar desigualdades en el mercado laboral, dejando fuera a quienes no puedan cumplir con las exigencias de su trabajo debido a su edad.

Así las cosas, podemos entender entonces la posición patronal de la presidente Claudia Sheinbaum Pardo quien el 1 de octubre, durante la presentación de sus 100 compromisos de gobierno, echó reversa a la propuesta inicial y se pronunció en favor de una reducción paulatina de la jornada laboral de 48 a 40 horas: “Estoy segura que lo vamos a lograr. En acuerdo con las y los empleadores, iremos alcanzando paulatinamente en el sexenio la semana de 40 horas”.

Como podemos observar, la lucha de clases se expresa una vez más: los intereses de los trabajadores por mejorar sus condiciones laborales se enfrentan inevitablemente a los intereses de los patrones por mantener y acrecentar sus índices de ganancia. No cabe duda que la clase obrera, que es la productora de la riqueza social, merece mejores condiciones de vida. Si los trabajadores reciben un mejor salario, si están más capacitados para adaptarse a los cambios tecnológicos, si tienen más tiempo para descansar, para destinarlo a su familia y a su superación individual y colectiva, serán trabajadores más productivos. Entendiendo que la productividad laboral no necesariamente está relacionada con la cantidad de horas destinadas al trabajo, sino que se mide en términos de la cantidad de producción o servicios generados por cada unidad de trabajo, tiempo o capital invertido.

En suma, como se ven las cosas, en lo inmediato no habrá una reducción en la jornada de trabajo, lo que revela que el gobierno morenista no solo sirve a los intereses del capital, sino que es un gobierno que engaña al pueblo, que promovió esta iniciativa de reforma solo con fines electoreros para garantizar el voto de millones de trabajadores en favor de Claudia Sheinbaum, pero que en el fondo el bienestar de los trabajadores no es ni será una prioridad para Morena. Basta con observar cómo, en unos cuantos meses, con la mayoría de votos de Morena en las Cámaras de Diputados y Senadores, sin contemplación alguna impuso la reforma al Poder Judicial porque es evidente que le interesa el control absoluto del Estado, pero no así la reforma a la reducción de la jornada de trabajo.

Lamentablemente así, de manera paulatina, como se implementará la jornada de 40 horas en la administración de Sheinbaum, de igual forma, la clase trabajadora en México irá entendiendo, gradualmente, que Morena no es un gobierno al servicio del pueblo trabajador, sino un gobierno neoliberal al servicio de los empresarios. Al tiempo.

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