Erick García
En el contexto de la lucha de clases, es importante resaltar los verdaderos intereses de los explotadores (los patrones o empresarios) por cegar la visión de los explotados (los trabajadores) para seguir aprovechándose de su fuerza de trabajo, cuando los obreros son los que producen toda la riqueza social de nuestro país. Con el paso del tiempo y con apoyo de una inmensa artillería de publicidad, leyes y maniobras políticas, los explotadores han logrado que los explotados piensen y se acostumbren a ser oprimidos como si se tratara de una regla natural, algo así como “aquí nos tocó vivir” o “así Dios lo quiso”, etc. Esto puede abarcar varias circunstancias en una relación laboral, sin embargo, me centraré en las circunstancias de los riesgos de trabajo: el obrero ya domesticado por esa artillería de ideas cree que “el patrón es quien hace un favor por darle trabajo a un obrero”; ante la falta de conciencia, el trabajador termina aceptando dádivas, migajas de ayuda, porque no sabe defenderse o bien, porque quien debería hacerlo, una central obrera charra, termina apoyando al patrón.
Este arsenal de ideas para esconder la verdad de la explotación que sufre el trabajador por el patrón, comienza desde la existencia de una relación laboral: en la mayoría de ocasiones, omite brindar la seguridad social a los trabajadores para prevenir los riesgos de trabajo (accidentes o enfermedades), aunado a la falta de un contrato colectivo de trabajo que es el instrumento jurídico en donde se establece la creación de una comisión para la seguridad dentro de una fuente de empleo en la que participan los propios trabajadores, que tendrá la función de estar atenta ante la peligrosidad del trabajo y se cuente con los accesorios necesarios como son uniformes, cascos, botas, googlees, capacitación, adiestramiento, primeros auxilios, etc., que permitan garantizar la seguridad y bienestar del trabajador dentro de la fuente de trabajo, así como considerar como riesgo de trabajo algún accidente que le ocurra en el transcurso de su casa a la fuente de empleo y, viceversa, del trabajo a su casa.
Surge colateralmente la necesidad de un reglamento de trabajo donde se señalen los derechos y obligaciones de las partes contractuales de una relación laboral, un reglamento que establezca las medidas y prevenciones para evitar poner en riesgo la integridad física y emocional de un trabajador, también con la observancia de que, quien omita esa responsabilidad será sancionado.
Tomemos los siguientes datos: en México, durante el primer trimestre de 2024, se registraron varias cifras importantes relacionadas con los riesgos de trabajo. Según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), en el 2023 se reportaron 290 mil 527 incidentes de riesgos de trabajo, de los cuales 172,696 (el 59%) se atendieron con periodos cortos de incapacidad; 4,790 (2%) ocasionaron incapacidad permanente y 340 (0.1%) fueron defunciones.
Además, en el 2023, los accidentes de trabajo crecieron un 15%, siendo el aumento anual más alto en una década. De estos percances, el 62% fueron accidentes en los centros laborales, el 24% accidentes en trayecto y el 14% enfermedades de trabajo.
En el segundo trimestre del 2024, los accidentes de trabajo y enfermedades laborales en México, han mostrado cifras preocupantes. Según datos recientes del Instituto Mexicano del Seguro social (IMSS) se registraron aproximadamente 410 mil accidentes de trabajo, en comparación con el primer trimestre aumentaron el 29% (119,473 incidentes de trabajo) en un corto tiempo. Las lesiones más comunes incluyen traumatismos superficiales, luxaciones, esguinces, desgarros, heridas, fracturas, quemaduras y amputaciones.
Como se observa en los datos, pero sobre todo en cada fuente de empleo, este aumento en los accidentes de trabajo debe ser un llamado de alerta que nos obligue a exigir que se mejoren las medidas de prevención y capacitación en los lugares de trabajo, de lo contrario, los que siempre saldrán lesionados serán los trabajadores. Por ley, los patrones están obligados a ofrecer seguridad y capacitación en el trabajo, y las autoridades están obligadas a vigilar que las empresas cumplan cabalmente con su obligación. No obstante, el incremento en los accidentes y riesgos de trabajo también se deben a la falta de organización de los obreros para exigir mejores condiciones de trabajo, de un contrato colectivo de trabajo y un sindicalismo que en verdad vele por los intereses del obrero, ya que con frecuencia los riesgos de trabajo no quedan oficialmente registrados ni salen a la luz por las trampas y maniobras patronales que envían a los trabajadores accidentados a la farmacia de la esquina, a la Cruz Roja o de plano responsabilizan al trabajador de su accidente.
Mientras la clase obrera siga con la venda en los ojos, resignado a que la explotación es una regla natural, aceptando las falsas ideas y maniobras de la empresa que evade su responsabilidad de garantizar la seguridad e integridad de los trabajadores; mientras la clase obrera tampoco exija al Gobierno, en sus tres niveles, que debe invertir el dinero que recibe de los trabajadores para mejorar las condiciones y equipamiento de las instituciones de salud, la clase obrera seguirá en el último escalón de disfrute de la riqueza social y seguirá siendo explotada hasta en tanto no decida cambiar esta realidad participando activamente, primero educándose para erradicar las falsas ideas que por siempre ha sembrado en su mente la clase dominante y después organizándose en un sindicato auténtico que firme y defienda su contrato colectivo de trabajo para luego construir un partido político de trabajadores que defienda los intereses de todos los obreros del país.