Renata Aguilar
El pasado 1° de octubre, la República Popular China (RPC) cumplió 75 años desde su fundación, de entonces a ahora, ha pasado de ser un país económicamente atrasado a ser potencia mundial en distintos rubros. Lo que ha logrado China ha sido parte de un proyecto de continuidad en el que tiene como objetivo encaminarse al comunismo, en su momento, esto le valió para aislarse del mundo, particularmente del Occidente, pues este no reconocía al gobierno de Mao Tse-Tung como legítimo, sino al gobierno de Taiwán (provincia China).
Todavía en la década de los 60, la República Popular China se encontraba aislada política, económica y socialmente, no tenía mucho contacto con otros países, salvo con los socialistas: Cuba y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); no obstante, también con estos termina rompiendo relaciones, 1961 con la URSS y en 1965 con Cuba. De alguna manera se encontraba expuesta.
En este contexto hay una búsqueda de relaciones con otros países y un viraje en sus relaciones diplomáticas, que se traduce en un acercamiento a Estados Unidos, y antes con México. Luis Echeverria en un discurso el 5 de octubre de 1971 en la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció al gobierno de Beijing como el representante legítimo de China ante ese organismo, un gesto que sería la reanudación de las relaciones, aunque aún no formalmente.
No se piense que el interés principal era de México, la RPC tenía un interés marcado, principalmente en el maíz y en el petróleo. México no era un país atrasado, sino un país en desarrollo. Desde 1932 con el modelo de “Sustitución de importaciones” se puede decir que comenzó el ascenso de la economía mexicana. “La política económica se dirigió a eliminar el control extranjero y a impulsar el sector agrícola, para disminuir la vulnerabilidad externa a la que estaba sujeta la economía nacional”. Posteriormente se estableció el “Desarrollo estabilizador”, la economía creció a tasas promedio de 6 por ciento al año, ya en los 70 “tras mantener un proceso de industrialización nacional durante cuatro décadas, el país había logrado mejorar notoriamente las condiciones de vida de un sector importante de la población urbana, se había colocado como país líder en América Latina y se proyectaba en la escena internacional como un país que se modernizaba con rapidez” (Lázaro, 2022). Eso es lo que veía China, modernización. De ahí que mientras desdeñaba las relaciones con Perú o con el propio Allende en Chile, con México intentaba cultivarlas.
No obstante, lo dicho, es importante señalar que a partir de 1970 el modelo de desarrollo estabilizador mostró señales de crisis. A pesar de que la industria se desarrolló en nuestro país, durante el periodo seguimos dependiendo de las exportaciones agrícolas y mineras. El desarrollo tecnológico fue escaso en sectores no petroleros y no se generó una industria de bienes de capital (producción de maquinaria y otros equipos a la producción de otros productos o servicios para vender).
Retomando el hilo del interés de China por cultivar las relaciones con México, en 1975, el primer ministro encargado de la materia de agricultura, Chen-chu, realiza un viaje a nuestro país, pasa por Tabasco, Tamaulipas y Sonora, a decir de Díaz Guevara, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en estos estados estaba desarrollando unos tipos de semilla y de riego muy puntuales que interesaban a la RPC. Destacó el trigo, el algodón y el maíz, cultivos de los que habían logrado multiplicar la capacidad de producción. Entonces, China tenía un interés en adquirir tecnología mexicana, aunque en términos estrictos México no era exportador de tecnología.
En 1975, en este tenor de fortalecer las relaciones, envía una pareja de pandas a México, dentro de lo que se conoce como la diplomacia del panda, esto es muy importante porque da cuenta que nuestro país era visto como un socio estratégico para la RPC, que quería agradar y mejorar su imagen. De hecho, “México fue el único país de América Latina y, en su momento, uno de los dos países en desarrollo (si se considera así a España en 1978) que fueron destinatarios de la diplomacia panda de China” (Cerda, 2019).
En este esfuerzo de mejorar la imagen que proyecta hacia nuestro país, es esencial no olvidar el juego mediático del que siempre se echa mano, en este sentido cabe mencionar la visita del periodista Regino Díaz Redondo a China. Dicho periodista “tras un golpe a Excelsior, se convierte en el editor de este periódico y recibe una invitación toda pagada para visitar Pekín y varias otras ciudades de China pocas semanas antes de la llegada de López Portillo. La influencia que tiene Redondo es importante pues el periódico Excelsior comienza a presentar a China como un socio estratégico de México y favorecer de este modo no solo la visita de López Portillo, sino que México invierta y fomente relaciones más estrechas en China” (Díaz, 2024). Luego entonces, López Portillo establece una conexión más estrecha, lo cual fue importante en el contexto de la Guerra Fría, ya que muchos países aún no reconocían a la RPC.
A grandes rasgos tracé lo que fue el inicio de la diplomacia China en México, si bien ya había habido relaciones dos siglos antes.
Baste pues decir que, en el inicio de las relaciones diplomáticas, México era en muchos aspectos superior a China, pues este país del continente asiático había transitado por diversos vaivenes que no le habían permitido salir de su atraso, no obstante, hoy día, China es un ejemplo, con superioridad económica y tecnológica indiscutible, seguramente ello se deba al proyecto de continuidad de dicho país que comenzó con Mao Tse-Tung y que hoy continua con Xi Jinping, estableciendo el socialismo con características chinas y encaminándose al comunismo; mientras México, después de un crecimiento sostenido, pero también trunco y con dependencia en el exterior como lo argumentamos arriba, se entregó por completo a la vía del neoliberalismo que le traza el occidente colectivo.