Ángel Villegas
El viernes 22 de agosto, Volkswagen de México confirmó lo que días antes había denunciado Hugo Tlalpan Luna, secretario general del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz Volkswagen (SITIAVW); que la empresa prepara el despido de 1093 trabajadores sindicalizados a partir de octubre de 2025 y en el transcurso de 2026. Los directivos de la planta de la empresa ubicada en Cuautlancingo, Puebla, anunciaron ese proyectado ajuste en medio de las negociaciones salariales que se llevaron a cabo recientemente, como medida de presión para que el sindicato bajara su demanda del 14% de aumento salarial a un 4% que finalmente se firmó y que representa el aumento salarial más bajo entre las armadoras del país este 2025.
La información recogida por los medios de comunicación dice que Volkswagen planea recortar el 25% de su producción y despedir a 1093 trabajadores debido a los aranceles impuestos por el gobierno de Estados Unidos y la creciente competencia en el mercado automotriz, principalmente de las marcas chinas.
El gobierno de Estados Unidos impuso un arancel del 25% a las importaciones de vehículos en general, sin embargo, las negociaciones comerciales bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), establecen que los vehículos que cumplen con los requisitos de contenido regional han conseguido una reducción de ese arancel al 15%, lo cual no deja de impactar negativamente en las exportaciones y en el aumento de los precios de los vehículos en el mercado mexicano, provocando con ello problemas tan serios como el que comentamos.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), informa que entre enero y julio de 2025 la producción conjunta de Volkswagen y Audi en Puebla fue de 266 mil 233 unidades, cifra que representa una reducción del 16.8% respecto al mismo periodo en 2024. Solo Volkswagen Cuautlancingo fabricó 186 mil 484 unidades en siete meses, que representa el 19.8% menos que en el mismo período de 2024, casi la quinta parte menos. Y en el mes de julio ensambló 27 mil 219 vehículos que representan un 9.9% menos que en 2024. El reporte de exportaciones acumuladas habla de una caída del 21%.
La crisis de la economía imperialista de Estados Unidos de Norteamérica empuja más fuerte que nunca la necesidad de recaudar dinero, a eso obedece la imposición de aranceles. El monstruo devorador insaciable de riqueza necesita guerras, invasiones, narcotráfico, genocidios, aranceles, etc., a costa de lo que sea, so pena de sucumbir. Aunado a todas esas atrocidades, hoy arrastra hacia atrás a la economía de México, le pega a los capitales nacionales y extranjeros invertidos en nuestro país e inevitablemente empobrece a las clases trabajadoras; hoy se anuncia, como una necesidad para la sobrevivencia de esa empresa, sin importar el destino de las familias obreras, que 1093 familias de trabajadores de Volkswagen en Puebla pasarán a formar parte de ese creciente ejército de reserva que día a día engrosan los desempleados y los que tienen empleo informal y que representan alrededor del 60% de la población de mexicanos económicamente activos. Veremos esos y otros “ajustes” en aquellas otras empresas de capital nacional o extranjero y, sin embargo, la tendencia a la baja no se detendrá, el sistema capitalista está sentenciado a muerte, el vertiginoso remolino de la historia terminará hundiéndolo hasta hacerlo desaparecer para siempre. Solo entonces, los proletarios tendrán la oportunidad de librarse del despido, del desempleo y demás abusos laborales. Tarde o temprano, el tiempo confirmará esta afirmación.
Por su parte, la “invasión automotriz” china, ha tenido un impacto significativo y multifacético en el mercado mexicano. En 2017 su participación era apenas de 0.3%, para 2024 ya representaba el 20% y se proyecta que para 2030 alcance el 50%. Esto se explica por la oferta a precios significativamente más bajos, hasta por $100,000.00 MXN por debajo del promedio del segmento. Marcas como Chevrolet, Ford, Nissan y otras han tenido que modificar y ajustar sus estrategias y precios para competir, como lo estamos viendo en el caso de Volkswagen Cuautlancingo. Los autos chinos han ganado terreno en la confianza del mercado mexicano acerca de su calidad y durabilidad lanzando una amplia gama de vehículos con modelos económicos y de lujo con diseños modernos, grandes pantallas, conectividad y sistemas de asistencia al conductor, características que los hacen más atractivos.
Ahí está el otro polo de la industria automotriz, que no en crisis sino en franco desarrollo, como parte de un sistema económico superior al capitalismo clásico, impulsado por países que abren la oportunidad al mundo para que la sociedad alcance un nivel más elevado de organización en sus relaciones de producción, donde las fuerzas productivas no estén al servicio de la ganancia para enriquecer solo a unos cuantos, sino para que el hombre, productor de la riqueza, viva para trabajar desarrollando todas sus capacidades en beneficio de todos, como lo están haciendo los chinos dirigidos por su Partido Comunista y demás países agrupados en los BRICS.
En México, la clase patronal se queja de competencia desleal porque China produce más y más barato en cualquier rama industrial. Pero no es China el mal de México, es nuestro sistema capitalista atrasado, anémico y dependiente del imperialismo estadounidense, nuestro sistema que no genera tecnología y, por tanto, no es capaz de competir. Los obreros mexicanos debemos abrir bien los ojos y comprender lo que nos enseña la realidad: que va llegando la hora en que el capitalismo mundial, en su fase superior, el imperialismo, tiene que cederle el paso a una sociedad más justa, equitativa y humana. Tomar conciencia de ello, organizarnos y decidirnos a luchar por un mundo mejor es la tarea de nuestros días.